¿No podemos traer a este tipo?
Hay una eterna pregunta entre la fanaticada del fútbol. ¿Menotti o Bilardo? El primero es un romántico del fútbol. Un ofensivo por naturaleza. No le perdono que haya privado al mundo de ver a Maradona en la Copa del ‘78. A Bilardo lo avalan los éxitos, pero entre "el Diego" en el ‘86 y la diosa fortuna en el ‘90 lo llevaron a la final. Es el mismo que rechazó venir a Chile porque no se iba a desprestigiar. Es el mismo que rechazó a Salas y que meses después dejó la banca porque River se consagraba con todo lo que había a su paso, de la mano, entre otros, del mismo chileno que el ninguneó. Tampoco me convence. Créanme que mi respuesta, como buen "contreras" es siempre la misma: Basile. El "Coco" Basile, el mismo tipo de voz ronca que fuma y fuma en la banca. El mismo que no reclama ni gesticula con los árbitros pero cuando se enoja te lanza una frase que deja al enemigo por el suelo. El mismo que mereció ser campeón del mundo en EE.UU ‘94 pero ese plantel de lujo que conformó fue boicoteado por la FIFA para que Argentina no se transformara en el nuevo eje del fútbol mundial. Les suspendieron a Maradona y les quitaron el amor propio. Ese equipo, con Diego en la banca incluso, era capaz de golear al Brasil campeón sólo con la visión de Redondo, la potencia de Batistuta, el oportunismo de Cannigia y el atropellar permanente de Simeone.
Sí, el mismo que con Boca Juniors, equipo que hoy dirige, está a las puertas de completar una campaña sencillamente notable. Asumió en el peor momento de todos, cuando la banca del equipo era una papa caliente (tras los fracasos sucesivos de Brindisi y que nadie quería tomar, cuando el Imperio creado por Macri parecía desmoronarse ante la exigencia inconclusa, cuando se perdía el dominio y la homogeneidad heredados por Bianchi, cuando el equipo era eliminado de una Copa Libertadores sin más recuerdo que las matonescas imágenes con que despidieron al Chivas de Guadalajara . Cuando Boca Juniors, el club más popular del mundo por ese entonces, era un absoluto y despreciable caos.
Mauricio Macri sabía que necesitaba un comodín. Quería a Basile pero este no se sentaba a conversar con él. Justo en medio de la recuperación social de Maradona, decidió llevarlo a tomar decisiones a Casa Amarilla. Diego se encerró un par de horas con su técnico favorito y lo convenció. Alfio Basile, el mismo que confió en él para enrolarlo en el plantel nacional de 1994, nuevamente caía ante la imagen del "10" y dejaba el humilde Colón de Santa Fé que sorprendía por su juego atildado y vistoso.
Basile ha jugado dos competencias nacionales y está at portas de conseguir el bicampeonato. Jugó también la final de la Recopa Sudamericana y la ganó. Jugó la copa Sudamericana y la reconquistó para el elenco xeneise. Cuatro objetivos planteados, cuatro títulos conseguidos (a menos que Lanus diga otra cosa este domingo). Rendimiento perfecto en un lugar donde no se permite la imperfección.
Todo lo anterior, lo saco a nota porque como dije, Basile estuvo sin hacer mucho ruido en Santa Fe. Justo en ese período, la ANFP tenía en carpeta tipos como el mismo Carlos Bianchi y contactó gente como Bilardo para preguntar si es que se atrevían a encabezar un proceso de selección en Chile. Nunca lo sondearon. Nunca lo contactaron.
Quizá jamás habría aceptado. Pero lo que intento sostener es que, si bien Acosta está iniciando un proceso totalmente plausible en Quilín (digno de un jefe técnico nacional), en un país de alta expectativa como este se necesita un tipo ganador que traiga consigo la fórmula del éxito bajo el brazo. Imagino una conferencia de prensa del "Coco" tras una derrota. La prensa de este país aprendería por fin lo que es enfrentar a un entrenador con personalidad. Lo respetarían porque nadie sabe poner a los preguntones mal educados en su lugar tan bien como él. Basile no tolera el rumor. Lo mata en cinco minutos. No acepta indisciplina. La elimina en privado y sin portadas.
Justo ahora, el técnico de Boca enfrenta una disyuntiva. La poderosa hinchada bostera no parece reconocerle como el merece. El hombre no se ve cómodo. ¿No sería bueno pegarle una llamadita? Aunque no haya suficiente dinero para pagarle, aunque la esperanza de que venga sea mínima. Uno nunca sabe.