Vamos robando, chubay, chubay...

Por Satelito (J C Araneda)

Que me perdone Waldo Pedro por copiar la idea de su Discoteca del Maestro en el título del post (es una canción típica que se canta en los paseos acá en Chile, para que entiendan los de otras latitudes). Nada más pensé que esta era la mejor manera de graficar la nefasta sensación que me embargó tras el pitazo final en el Camp Nou, el mismo que injustamente clasificó a Barcelona a jugar la final del 17 de mayo en Paris frente a Arsenal.

Al equipo de Ancelotti literalmente lo echaron al saco. Leyendo el posteo del Flaco Grilli (Blog Dale oh!!) me queda claro que no sólo nosotros quedamos con gusto a lanzazo hoy. No fue descarado dirá alguno, pero en una instancia tan definitiva, un mal cobro es invalidante y castrador. Tal cual como La Teoría del Árbitro Saquero de Pinto. Hoy, si la moral del Milan estaba intacta, el panzer Markus Merk se ocupó de enterrarla bajo el pasto del recinto catalán.

Se sabía que eran los rossoneros quienes debían salir a conseguir el gol. Rijkaard, muy astutamente, apostó por esperar que la desesperación de su rival permitiese el espacio necesario para definir con sus individualiades. Si Barcelona habría la cuenta, el partido y la llave se definían irrevocablemente.

Me quedé con la sensación que el millonario equipo de Ronaldinho es absolutamente ganable. Claro, cuando estaba Messi era una máquina imparable de tipos buenos para la pelota pero sin él es Eto'o quien debe asumir labores de dribling fuera del área y el negrito es algo tosco. Ronaldinho, aún siendo genio, juega sólo y si se le controla, como lo hizo Milan, el famoso monstruo blaugrana no parece tal.

Milan los tuvo a una puerta. Cual boxeador chileno que perdía porque dominaba y nunca pegaba el combo preciso. Kaká estuvo imparable pero irresoluto. Pipo Inzaghi muy ansioso pero peligroso a rabiar. Seedorf no se atrevió porque no tiene "cojones" pero cuando quiso, pasó. Y Shevchenko, sin brillar fue fiel a su estilo. Agarró una pelota difícil y la mandó dentro para que su equipo ganara. En resumen, sin ser una tromba, el representante italiano hizo la tarea y de no ser por el oscuro cobro de Merk teníamos alargue fijo.

Me voy a jugar, total, aquí puedo opinar irresponsablemente. Yo creo que fue un robo, que estaba decidido que en jugadas claves se iba a favorecer al Barcelona porque convenía para el espectáculo tener al equipo sensación en la final. Sí, hablo de manos oscuras, echarse a alguién al bolsillo como decimos en Chile (ya que nos leen en España y Argentina), sin polémica pero con la mano cargada claramente hacia un lado. A Puyol, el ucraniano ni lo tocó, no se preocupó de él. No hubo disputa alguna que generara duda. Nadie se puede equivocar así a menos que quiera. Y si la tesis del robo les parece muy tendenciosa, bueno. Hablemos de cobardía entonces. De que el réferi se cagó en los pantalones y no se atrevió a cobrar un gol vistoso (y real) contra el favorito de todos y en su estadio. Mejor pasar por humanamente errático que por villano del fútbol espectáculo, por desprolijo antes que sacrilego del nuevo mesias de la pichanga brillante (Ronaldinho y su maratón de flashes), por descuidado que por blasfemo de la diosa Fifa.

Digámoslo con justicia. Si esto era boxeo, el Milan ganaba por puntos en decisión unánime considerando los dos partidos de la llave. Pero triunfó la expectativa del medio en general y no sería raro ver como a Ljumberg o Titi Henry los tapan a off sides en París. Y Markus Merk, bueno. Si tiene algún amigo bromista, de confianza y que le diga las cosas como son, ojalá que lo reciba con un relajado "¿Markus, compadrito. Ladronde andabai arbitrando?"