miércoles, febrero 04, 2009

El primer gran héroe


Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N.)

Fernando Cornejo tenía 39 años. Apenas 39 años...
Destacar su aporte como futbolista parece redundante. pero nunca lo será. Cornejo era un ejemplo para los que alguna vez cruzamos una palabra con él.
Imagínense para quienes lo conocieron, compartieron camarín, carrera o vida. Debe ser uno de esos seres que más cuesta despedir ante la partida inesperada. Y también, debe ser uno de los imposibles de olvidar.
Es común y tremendamente fácil hablar bien de las personas cuando ya partieron de este mundo material y degradante, dicen. Suscribo. Sin embargo, no puedo evitar el ejercicio.
Fernando Cornejo Jiménez era de esos futbolistas que vestía dos camisetas con total sincronía y perfección. Una, la que lo cobijaba en su vestuario. O'higgins, la Católica, Cobreloa, la selección chilena...
La otra, la polera invisible para la grada. La que sólo se ve en el trato. La que yo denomino la tricota de la decencia. Esa que un infinito de peloteros profesionales nunca supo lucir, nunca conoció ni nunca tendrá entre sus manos. Esa tribu de rascas que pulula por nuestras canchas, que se cree el cuento por haber hecho un gol de penal o que piensa que es intocable por salir dando una cuña en el Zoom Deportivo no conoce esa camiseta. Esos jamás jugaron y jamás jugarán en la liga que frecuentaba Cornejo. Donde sólo tienen cabida "los de verdad".
El ex capitán del último gran Cobreloa podía tener un partido ideal, podía levantar una copa de campeón, ser protagonista o hasta responsable de una mala jornada y jamás cambió su actitud. Siempre recto, frontal, dando la cara y sin frases de cuneta. Un señor del fútbol chileno. Una muestra de cómo afrontar la victoria o la derrota con la misma perspectiva. La del juego, porque finalmente, el fútbol sigue y seguirá siendo un juego.
Algunos se preguntan por qué Dios se lleva a los mejores y tejen teorías consoladoras sobre que el de arriba está formando un equipo de los buenos. Pamplinas según yo. Ni Dios existe y a Cornejo se lo llevó un maldito cáncer, cuando tenía tanto que aportar y disfrutar aún.
Es más, yo soy contrario a los que creen que la vida es perfecta y el fútbol inexacto. Creo que es la vida la que nos regala injusticias todo el tiempo. Y el fútbol es esencialmente perfecto e imparcial.
El ex mundialista chileno del '98 -fallecido el 24 de enero pasado- es un caso que refrenda lo que digo. Murió de manera intespectiva y poco fortuita. Nada pudo hacer. Injusticia de la vida.
Pero insisto, el fútbol sí es justo.
Si no me cree, entre a algún sitio de internet y teclee el nombre de
Fernando Cornejo como lo harán sus nietos alguna vez. Sale un gol de los que quedó en nuestro museo de la fama, uno de tiro libre frente a los argentinos en su propio estadio.
¿Ve? Si por algo Cornejo vivió y fue parte del mundo del balón. La desidia que acabó con sus días no pudo deshacer su marca en el universo paralelo llamado fútbol. En rigor, nunca puede.