Lo que queda del ruído


Por Satelito (J.C Araneda)
Seis puntos de seis posibles, ocho goles a favor y cero en contra, más puntaje que en cualquier otra clasificatoria, lucha directa por la punta en Sudamérica, gente desatada en las calles, horas de televisión pasando los goles, Bielsa héroe y foco de programas de reportajes incluso, columnistas de diarios (especialistas, oportunistas, Neo-Bielsistas, etc) salpicando sabiduría por kilos. Las tesis de por qué no juega Arturo Vidal dan casi para que las recopile un guionista de cine y escriba la versión moderna de Frankestein o La Naranja Mecánica, eso posicionando al cuerpo técnico como un nuevo bunker de entrenamiento psicológico basado en el apremio casi ilegítimo. Los alcances del fútbol son tan incalculables como clásicos y ante la esquiva cosecha de ganar estamos viendo inválidos bailando break dance.
Ganarle a Paraguay (aunque sea con equipo C) y pasarle la factura a 11 bolivianos colgando del palo es un lujo del que no siempre se supo y las reacciones son entendibles. Pero hay que poner cuidado, sin acercarse siquiera al chaqueteo o a la mala costumbre de inventar excusas baratas.
Chile juega bien, nos da gusto y el sistema de Bielsa es definitivamente un molde asumido por el grupo que consolidó en apenas dos años de trabajo. Yo me extraño un poco cuando veo periodistas por la tv hablando del trabajo en relación a anteriores procesos.
Hay que tenerojo porque a veces se es vende pomadas y no se mide el alcance correcto de las palabras. ¿Antes no se trabajaba? Es un poco insultante para tipos como Elías Figueroa, Carlos Caszely, Jorge Aravena, Patricio Yáñez, Luis Santibáñez, Nelson Acosta, Iván Zamorano, David Pizarro o Marcelo Salas. ¿Alguien puede cuestionar su trayectoria?
Los excesos hacen mal y si bien no le podemos pedir mesura a la gente que, en su mayoría joven, sólo vio a Chile ganando en el extinto programa de Solabarrieta está correcto si ponemos paños fríos. Sería bueno que las llamadas revoluciones o despegues definitivos los dejemos para cuando en una o dos eliminatorias más estemos entre los favoritos, cuando vayamos a pelear algo más que pasar a segunda ronda de un mundial, cuando ganar sea un tema de obligación y no de racha.
¿Saben cuántos equipos chicos del mundo ganaron campeonatos, hicieron campañas memorables y con el tiempo volvieron a su sitial de mediocridad permanente? Faltan líneas para enumararlos.
Disfrutar esta generación y apelar a reconocimiento del trabajo de Bielsa es un derecho que nos ganamos todos. Cuidarlo poniendo las cosas en su lugar es el deber.
Yo quiero como todos ver a Alexis gambeteando europeos en el mundial, que el zapatazo de Estrada se repita en Sudáfrica y vayan a entrevistar al Coto Sierra para compararlo, que a Chupete lo vayan a mirar del Inter, que Claudio Bravo le gane una definición a penales a Casillas y le grite en la cara que el arquero ideal para el Real Madrid era él, quiero que Carmona anule a Kaká y que Matigol se acuerde de cuando era el nuevo Maradona en tierras africanas justo cuando más lo necesitemos.
Pero no quiero que a Bielsa lo intenten nacionalizar para dejarlo tirado como al "Pulga" De La Peña. O que nos llevemos una decepción como la de los argentinos en Japón-Corea, no quiero estar frente a la televisión repartiendo garabateadas porque faltando cinco minutos para empatar y clasificar a otra ronda pongan a Valdivia pero saquen un delantero para no perder el dibujo. Ni echarle la culpa de yetas a Carcuro y compañía que relatarán los partidos en desmedro de Canal 13 que hizo el trabajo sucio.
A los que están sacando dividendos discursivos les pedimos mesura y tranquilidad aunque entiendo que es imposible. Si el buen momento vende y en caso que se revierta se van a dar vuelta el vestón y van a encabezar la crítica. ¿No es mejor ser ecuánimes hoy cuando más se necesita? ¿O es mucho pedir?
Seis puntos de seis posibles, ocho goles a favor y cero en contra, más puntaje que en cualquier otra clasificatoria, lucha directa por la punta en Sudamérica, gente desatada en las calles, horas de televisión pasando los goles, Bielsa héroe y foco de programas de reportajes incluso, columnistas de diarios (especialistas, oportunistas, Neo-Bielsistas, etc) salpicando sabiduría por kilos. Las tesis de por qué no juega Arturo Vidal dan casi para que las recopile un guionista de cine y escriba la versión moderna de Frankestein o La Naranja Mecánica, eso posicionando al cuerpo técnico como un nuevo bunker de entrenamiento psicológico basado en el apremio casi ilegítimo. Los alcances del fútbol son tan incalculables como clásicos y ante la esquiva cosecha de ganar estamos viendo inválidos bailando break dance.

Chile juega bien, nos da gusto y el sistema de Bielsa es definitivamente un molde asumido por el grupo que consolidó en apenas dos años de trabajo. Yo me extraño un poco cuando veo periodistas por la tv hablando del trabajo en relación a anteriores procesos.
Hay que tenerojo porque a veces se es vende pomadas y no se mide el alcance correcto de las palabras. ¿Antes no se trabajaba? Es un poco insultante para tipos como Elías Figueroa, Carlos Caszely, Jorge Aravena, Patricio Yáñez, Luis Santibáñez, Nelson Acosta, Iván Zamorano, David Pizarro o Marcelo Salas. ¿Alguien puede cuestionar su trayectoria?

¿Saben cuántos equipos chicos del mundo ganaron campeonatos, hicieron campañas memorables y con el tiempo volvieron a su sitial de mediocridad permanente? Faltan líneas para enumararlos.
Disfrutar esta generación y apelar a reconocimiento del trabajo de Bielsa es un derecho que nos ganamos todos. Cuidarlo poniendo las cosas en su lugar es el deber.
Yo quiero como todos ver a Alexis gambeteando europeos en el mundial, que el zapatazo de Estrada se repita en Sudáfrica y vayan a entrevistar al Coto Sierra para compararlo, que a Chupete lo vayan a mirar del Inter, que Claudio Bravo le gane una definición a penales a Casillas y le grite en la cara que el arquero ideal para el Real Madrid era él, quiero que Carmona anule a Kaká y que Matigol se acuerde de cuando era el nuevo Maradona en tierras africanas justo cuando más lo necesitemos.
Pero no quiero que a Bielsa lo intenten nacionalizar para dejarlo tirado como al "Pulga" De La Peña. O que nos llevemos una decepción como la de los argentinos en Japón-Corea, no quiero estar frente a la televisión repartiendo garabateadas porque faltando cinco minutos para empatar y clasificar a otra ronda pongan a Valdivia pero saquen un delantero para no perder el dibujo. Ni echarle la culpa de yetas a Carcuro y compañía que relatarán los partidos en desmedro de Canal 13 que hizo el trabajo sucio.
A los que están sacando dividendos discursivos les pedimos mesura y tranquilidad aunque entiendo que es imposible. Si el buen momento vende y en caso que se revierta se van a dar vuelta el vestón y van a encabezar la crítica. ¿No es mejor ser ecuánimes hoy cuando más se necesita? ¿O es mucho pedir?