¿A quién quieren engañar?
Por Futbolero Mayor (Hugo Merino N.)
Se dieron más nombres que cuando Boca Juniors requiere nuevo entrenador. Parece mucho y exagerado ruido, por más colocolino que uno sea. Cuando se da nombres como los de Carlos Bianchi, Pekerman o el "Tolo" Gallego entiendo por qué cada cierto tiempo aparecen voladores de luces en el Monumental, personajes e historias que rayan en lo absurdo.
Muchos de los que están hoy en Colo Colo están vendiendo una pomada poco creíble. Lo malo es que la gente que paga su entrada se lo está creyendo. No se puede pretender que echando la mano al bolsillo se tenga de la noche a la mañana una institución en el primer nivel del orbe futbolero.
Haber contratado a alguno de estos técnicos de renombre era seguir alimentando el mito de que Colo Colo está en primera fila, era continuar botando los dólares que tanto costó juntar en un sólo contrato. Algo que ya se hizo con la inentendible contratación de Macnelly Torres. Uno que, como ya sabemos todos (menos los que siguen haciéndose los tontos) vino a cobrar caro en un torneo barato donde parece mejor estrategia darle tiraje a la chimenea.
Sepa usted que mucho se estiló cuando Marcelo Pablo Barticcioto dejó la banca de la Universidad de Concepción. Mucha crónica barata que le otorgaba causa al mal rendimiento, a la incomodidad y hasta al clima que habrían generado la renuncia del ex campeón de la Libertadores albo.
No hay que ser muy experto para saber que el argentino se fue palpitando el mal momento de Astengo, de seguro interiorizado de la situación del entrenador interino de Colo Colo, casi alarmado por alguien desde dentro de Blanco y Negro S.A que lo alentó a estar listo y disponible sin mucha traba. Se desligó del club sureño sabiendo que el llamado desde la institución que todos decían estaba en su futuro llegaría más luego de lo imaginable. Si todo se transparentara en el fútbol quizás Colo Colo y el deporte chileno en general podrían optar a estar en una línea competitiva real.
Pero se mienten. Hacen movidas por debajo, echan a andar rumores increíbles para inflar un globo que no resiste tanto helio y terminan haciendo lo que todo el mundo sabía.
La crisis deportiva que algunos le intentan cargar a Colo Colo tiene ribetes de chiste. Borghi llegó desde una banca universitaria y logró lo que sabe, la historia de Colo Colo está marcada por liderar lo nacional sin inversiones gigantes.
Cuando se optó por gastar mucho el club terminó en la quiebra. Todo porque un grupo de dirigentes quizo creer que con dólares y malos trucos de magia se podía llegar a un nivel de selección mundial. La llegada de Barticcioto no sólo aquieta las aguas de un grupo de dirigentes mal enfocados y un equipo demasiado agrandado, dentro de su grandeza.
Eso, aún cuando hay que asincerarse y decir que la banca del popular estuvo siempre reservada para el ex delantero histórico. No es necesario armar tanto carnaval cuando la decisión última es sólo confirmar que esto estaba más arreglado que piñata de cumpleaños.
Se dieron más nombres que cuando Boca Juniors requiere nuevo entrenador. Parece mucho y exagerado ruido, por más colocolino que uno sea. Cuando se da nombres como los de Carlos Bianchi, Pekerman o el "Tolo" Gallego entiendo por qué cada cierto tiempo aparecen voladores de luces en el Monumental, personajes e historias que rayan en lo absurdo.
Muchos de los que están hoy en Colo Colo están vendiendo una pomada poco creíble. Lo malo es que la gente que paga su entrada se lo está creyendo. No se puede pretender que echando la mano al bolsillo se tenga de la noche a la mañana una institución en el primer nivel del orbe futbolero.
Haber contratado a alguno de estos técnicos de renombre era seguir alimentando el mito de que Colo Colo está en primera fila, era continuar botando los dólares que tanto costó juntar en un sólo contrato. Algo que ya se hizo con la inentendible contratación de Macnelly Torres. Uno que, como ya sabemos todos (menos los que siguen haciéndose los tontos) vino a cobrar caro en un torneo barato donde parece mejor estrategia darle tiraje a la chimenea.
Sepa usted que mucho se estiló cuando Marcelo Pablo Barticcioto dejó la banca de la Universidad de Concepción. Mucha crónica barata que le otorgaba causa al mal rendimiento, a la incomodidad y hasta al clima que habrían generado la renuncia del ex campeón de la Libertadores albo.
No hay que ser muy experto para saber que el argentino se fue palpitando el mal momento de Astengo, de seguro interiorizado de la situación del entrenador interino de Colo Colo, casi alarmado por alguien desde dentro de Blanco y Negro S.A que lo alentó a estar listo y disponible sin mucha traba. Se desligó del club sureño sabiendo que el llamado desde la institución que todos decían estaba en su futuro llegaría más luego de lo imaginable. Si todo se transparentara en el fútbol quizás Colo Colo y el deporte chileno en general podrían optar a estar en una línea competitiva real.
Pero se mienten. Hacen movidas por debajo, echan a andar rumores increíbles para inflar un globo que no resiste tanto helio y terminan haciendo lo que todo el mundo sabía.
La crisis deportiva que algunos le intentan cargar a Colo Colo tiene ribetes de chiste. Borghi llegó desde una banca universitaria y logró lo que sabe, la historia de Colo Colo está marcada por liderar lo nacional sin inversiones gigantes.
Cuando se optó por gastar mucho el club terminó en la quiebra. Todo porque un grupo de dirigentes quizo creer que con dólares y malos trucos de magia se podía llegar a un nivel de selección mundial. La llegada de Barticcioto no sólo aquieta las aguas de un grupo de dirigentes mal enfocados y un equipo demasiado agrandado, dentro de su grandeza.
Eso, aún cuando hay que asincerarse y decir que la banca del popular estuvo siempre reservada para el ex delantero histórico. No es necesario armar tanto carnaval cuando la decisión última es sólo confirmar que esto estaba más arreglado que piñata de cumpleaños.