Adiós Román... El síndrome Verón

Por Satelito (J.C. Araneda)

Elegido como el nuevo capitán en la era Basile al mando del combinado trasandino de fútbol. Era también el llamado a conducir la selección que jugó en el mundial de Alemania. Tal vez este es el detalle que más hay que considerar para así poder comprender y analizar la renuncia indeclinable de Juan Román Riquelme a la camiseta albiceleste. Porque aunque le cueste creerlo, Román ya no vestirá más la tricota de su país.
¿Se acuerda usted de la relación de amor-odio que tiene Juan Sebastián “La Brujita” Verón con gran parte del futbolero argentino común? El hincha de ese país es apasionado, estamos de acuerdo. Y cuando la pasión sobrepasa a la razón genera problemas de entendimiento básico. Resulta que por pertenecer en su momento al Manchester United, Verón, uno de los mejores jugadores del mundo, que pasó sólo por grandes clubes como la Lazio de Salas (campeona tras 25 años del Calcio), Manchester, Chelsea o Inter de Milán fue castigado como el causante de la vergonzosa eliminación del equipo de Bielsa en Japón-Corea 2002 y acusado de "echar el equipo para atrás" en el choque que perdieron 1 a 0 frente a Inglaterra. Una estupidez de marca mayor. A Verón las hinchadas “lo putean” todavía… Y cómo la selección es irrisoriamente para nuestros vecinos siempre mejor que la del resto, sucede que en vez de buscar entrenadores responsables o apuntar a que el resto es mejor se agarran con los futbolistas y principalmente con su karma: el 10, el conductor. Es que jamás volvieron a tener un Maradona que cumpliera sus caprichos.
Si antes fue Verón, ahora es Riquelme. El denominado reemplazante natural del Diego en Boca y en su equipo nacional no pudo con la presión que significó cargar con aquellas esperanzas de su hinchada tras su gran año en el Villarreal de Pellegrinni. La misma presión que lo transformó por momentos en el mejor jugador del torneo para los especialistas y que debido al extraño y mezquino esquema de Pekerman lo sepultó con el resto de su equipo en fases definitorias. Allí donde no se pudo mostrar fútbol ofensivo más por pizarra que por incapacidad individual.
La rabia del hincha se traspasó a Riquelme y la que sufrió las consecuencias fue la madre del volante. Según el talentoso, su progenitora fue internada al menos dos veces por síntomas graves de estrés. No es un tema menos. Si el Torero decidió dejar la camiseta de su combinado (convengamos que sus esfuerzos por vestir la tricota albiceleste son sólo comparables con los de Maradona en su momento) para privilegiar a su familia debe ser un tema de cuidado.
Como para creer que a los hinchas argentinos a veces se les pasa la mano. Tanto que terminan perjudicándose ellos mismos. Ahora, por simple prepotencia deberán aceptar que el futbolistas más respetado de su selección nacional haya dado un paso al costado. De seguro, aún no sopesan la pérdida. Ya tendrán oportunidad para ello…