Sale Jiménez, entra SQP

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N.)


Cuanta teoría... Que en Europa los jugadores salen con las mujeres más codiciadas y famosas. Cierto. Que lo importante es el fútbol y ese se juega dentro de la cancha, que afuera da lo mismo lo que se haga. Cierto. Que todos alguna vez perdemos el control por una tetilla bien hecha -palabras de "Peineta Garcés-, cierto también. Que la prensa agranda a los jugadores cuando hacen un gol bonito y los sube en pedestales irrisorios. También cuenta.

Pero hay un detalle importantísimo. Uno sociológico. Somos copuchentos, tercermundistas, carentes de reales luminarias, perdedores y desde la llegada de la democracia, los medios buscaron escondite en la facilidad de la prensa amarilla y rosa. A partir de allí, se entiende la sobreoferta de farándula+fútbol por la propia comunidad, por los propios medios, los mismos que hoy aparecen extrañamente reclamando contra un globo que ellos mismo ayudan a inflar.

Chile no perdió contra Colombia por culpa de SQP, estamos claros. Pero el grave problema es que nosotros no tenemos tradición de equipo fuerte, donde la dualidad de fama futbolera y fama exterior pueda separarse. Esa hay que enraizarla. Ambas caras de la realidad país son afines, hoy vemos a los deportistas encabezando secciones de "celebridades" en el diario en vez de las deportivas. Nadie sabe dónde van a fichar en la próxima temporada pero sí dónde carretean por la noche.

Entonces, pasa por un tema de sobreexposición. El autógrafo no es erradicable de la mente del hincha. Pero sí se requiere que el futbolista se guarde, se cuide, se divierta sin llamar la atención. Porque en estas lides siempre hubo farreros, galanes y "pinturitas" tras su paso para agarrar y beneficiarse en algo de sus ansiadas famas temporales. Ellos, la sabían hacer y les tocó también una época donde nadie abría la boca por temor a que lo mataran...

Es demasiado volátil el argumento de que no hay relación entre lo que los futbolistas y la llamada prensa rosa, la que genera "pauta basura" y le pautea contenidos incluso a las secciones deportivas de los noticiarios. Si estos evitaran hablar de "la polola de este", "la que anduvo con este otro" y simplemente se borraran, la lucha sería por un sólo bando, no existiría feedback y la problemática se corta de cuajo. Pero no. A todos les gusta la parafernalia.

Qué se necesita. Simple. Si Acosta señala abiertamente que la culpa del mal momento de la selección pasa por la intervención de la prensa farandulera -que no hace más que entregar contenidos y ganarse el pan como cualquiera- tiene que cortar por lo sano. Charlas, medidas de disciplina estrictas, castigos que tengan peso y carezcan de ambigüedad -como decir en el mismo día las razones de una marginación y no un mes después- y todo bajo la sombra de la frontalidad, de la transparencia comunicacional.

Si los medios entienden que hay reglas que no se pueden trasgredir, si los futbolistas saben a lo que se arriesgan tenderán a cuidar su entorno, su vida social y se dedicarán a ganara dinero en la cancha y no en los eventos discotequeros.

No se trata en definitiva de separar estos dos mundos. En un país como Chile es imposible. Simplemente se debe trazar el límite, con cuanto recurso sea necesario. Apagarle la ampolletita de famoso al que ande por la vida como foco halógeno llamando la atención de la gente. Y al que le gusta bueno, y si no -en el caso de que sea explicado, aplicado y entendido por todos- aplaudiremos de pie las marginaciones o críticas de rigor. Pero que estás no lleguen después. Cuando la leche ya esta derramada. Allí son todos generales y la guerra casi siempre ya está perdida.