Una cuestión de actitud

Por Satelito (J. C. Araneda)

En el fútbol, como en la vida, no siempre hay justicia. Un ejemplo claro y preciso es el que vimos hoy en los tres partidos de la jornada mundialista. Cada cual con sus detalles, con sus particularidades.

No siempre ganan los que merecen. Pero siempre hay razones y justificaciones que lo explican. Si de actitud se tratara, Costa de Marfil merecía a lo menos el empate luego de dominar y meter en un arco a los holandeses. Se jugaron la vida y el gol de Kone (si el de Cambiasso fue el mejor del torneo colectivamente, el del marfileño es el más bello individualmente) es un ícono de la fuerza de voluntad. El mismo jugador se quedó enganchado en el tanto de Van Nistelrooij. El mismo se sacó la rabia de encima.

Si ganaron los tulipanes se debe a que las pocas oportunidades que tuvieron las concretaron y su cerco defensivo funcionó en la medida de lo aceptable. Si perdieron los africanos (que no eran tan malos como muchos los pintaban antes del inicio del torneo) es porque todo equipo de ese continente muestra indeclinablemente en los mundiales errores de siempre. Falta de precisión pese a su encomiable entrega física. Una muestra. En el minuto '90, perdiendo 2 a 1, tuvieron una última chance mediante un tiro libre. Y el ejecutante no le acertó al área con su centro. Así, muy difícil.

Otro ejemplo de actitud es el mostrado por Angola. Con un equipo de evidente despliegue físico y con una falta de fútbol fino ostensible, los africanos lograron sacarle un empate a un México irreconocible en la cancha. El equipo azteca se dedicó a levantar la pelota y a farrearse oportunidades justo cuando tenían a mano (por rival y condición) el clasificar a segunda ronda antes de enfrentar al más difícil del grupo, Portugal. Era distinto para la confianza jugar frente a los de Scolari con el ticket a octavos en el bolsillo que hacerlo en la incertidumbre. Por más que dependa de ellos mismos, los cuates se echaron a la mochila una presión innecesaria que disminuye el margen de error. E incluso, tan deplorable fue su nivel que argentinos y holandeses ya se los pelean como potenciales rivales en segunda fase de acuerdo al orden de los grupos. casi como para concluir que los consideran "coser y cantar". Con un gol arreglaban todo el entuerto.

Para el final lo de Argentina. Brillante, estupendo de comienzo a fin. Si bien la actitud fue siempre la misma, lo del segundo tiempo adquiere más valor. Porque con un tres a cero podrían haber manejado el resultado como en el partido de la anterior jornada. Prefirieron arremeter con hambre de triunfo. Los primeros balones que disputaron Messi y Tévez fueron con la intención de resolver todo rápido, de demostrar que están para jugar desde el inicio aunque conservan el espíritu de equipo. A veces, el gran nivel futbolístico (que Argentina lo demostró por lo demás) no basta. Hay que ponerle ganas. o "echarle ganas" como hoy más que nunca dirían los mexicanos.