Los quince minutos

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N)


Los cinco minutos decía Victor Jara en "Te Recuerdo Amanda". Esta vez fueron quince. La vida es eterna en quince minutos. Hace muchísimo rato que el fútbol no me daba tanta felicidad. Hoy, en un ejercicio de ego absolutista me dije "yo sabía, yo lo dije". En medio de una catarsis personal que sólo viví con las pinceladas del "Diego" o con la andanzas del Matador Salas.
Miraba el primer tiempo con un dejo de inconclusión. Argentina goleaba y daba espectáculo. Pero a la usanza moderna. Con ese pragmatismo que te permite aniquilar a tu rival cuando este se descuida un segundo. Privilegiando el formato moderno. Algo faltaba. Por más que el Javi Saviola haya sido un émbolo que generó la aplastante diferencia de la primera parte. Aunque Maximiliano Rodríguez llegue dos veces al arco y cobre por gol en ambas ocasiones. Yo estaba feliz por el resultado pero con la idea íntima de que algo te ahogaba la celebración.
Fueron quince minutos. Por los mismos que reventé a Pekerman después de la actuación anterior de su equipo ante Costa de Marfil. Los necesitábamos todos los que creíamos que esta Argentina tiene pergaminos para pintarle la cara a cualquier rival enconado que se le ponga al frente. El goce máximo. De la mano de dos tipos. Los que sustentaban toda mi fe mundialera (este blog es testigo que no me estoy subiendo hoy al carro de la victoria). Carlitos Tévez y Lionel Messi.
Miro la televisión trasandina. Los goles que más se repiten en medio de la celebración callejera son los de ellos. Fue un cuarto de hora perfecto. Una oda a la panacea del fútbol. Corres, enganchas, dribleas y cobras. No hay lección más simple. No hay capítulo más elemental en el libro que enseña y rememora este deporte.
José Pekerman es el único entrenador que ha demostrado en cancha que tiene dos equipos a los que puede echar mano. Lo de la primera etapa y lo del epílogo son dos mundos distintos aunque se pueden englobar en el rendimiento de una sola oncena en 90 minutos. Ahora que tiemblen los otros, ahora nosotros nos frotamos las manos. En Europa siguen teorizando con este deporte donde la mejor práctica se hace desde el origen en los potreros sudamericanos.
Un confundido y ultra dividido elenco serbiomontenegrino fue la víctima perfecta de un brillante destello de hermosa conjunción en honor al balón. Yo puedo elegir, como todos. Me quedo con el final de esta obra célebre que estrenaron los albicelestes. Que hoy, vistieron de azul. Como aquella tarde triste de Corea-Japón 2002. Hasta las mufas quedaron sepultadas. Todo por ese instante sublime en que nos regocijamos del éxtasis del gol. Por esos quince minutos que demostraron fielmente que los buenos para la pelota siguen siendo los que nacen en este lado del mundo. Sigo parafraseando a Jara. Es verdad. Los quince minutos te hacen florecer...