A la "paraguaya"

Por Satelito (J. C. Araneda)

Dos cabezazos en el área y Ljumberg timbró los pasaportes guaraníes para el regreso a Asunción. A uno le repiten tanto que el fútbol paraguayo se especializa y hasta saca partido del juego aéreo que parece inexplicable el fundamento cuando en la madre de las competencias, el equipo sudamericano ve sepultadas sus esperanzas de seguir en carrera.

Pero la mala suerte persiguió a Paraguay desde que llegaron a suelo europeo. Primero, y tras algunos encuentros amistosos que auguraban buena performance mundialista, su capitán, José Cardozo sufrió una delicada lesión y se quedó fuera del torneo. Insisto (aunque algunos me refutaron la idea) que el longevo delantero era pieza fundamental en el orden y disposición ofensiva de su escuadra, la que entregó su suerte a dos jóvenes principiantes con más futuro que presente y que fueron incapaces de generar alguna jugada de riesgo en los dos partidos que perdieron por la mínima ante ingleses y suecos.

La mala racha se subrayó en el debut frente a Inglaterra. Ya a los cinco minutos perdían por uno a cero con un autogol de su capitán y referente, Carlos Gamarra. Sólo un instante después, su golero titular, Justo Villar, salía lesionado por un desgarro al intentar despejar un ataque contrario. Todo mal.

Si a ese fantasma oscuro le sumamos la evidente falta de jerarquía del equipo del uruguayo Ruiz, obtenemos un cuadro sin sorpresa, sin argumentos ni alternativas de juego para superar escollos como los que debía enfrentar en la contienda alemana. Paraguay fue víctima de sus propias impresiciones y pese a no ser goleado ni humillado, pagó cara su devoción por el fútbol desordenado, poco fino y renuente de atildado plan colectivo.

Hasta hace agunas horas hablaba de la posibilidad de encontrarnos con los paraguayos frente a Ecuador en octavos de final. Francamente, en honor a la verdad no hubiese sido merecido. Y en tales circunstancias, jugando a lo que jugaron en esto dos partidos y teniendo como contendor a un rival tan ordenado como los ecuatorianos, el viaje de vuelta al Chaco estaba de todas maneras rotulado y sentenciado.