Justo, espectacular y "falso"

Por Futbolero Mayor (Hugo Merino Narváez)

Jorge Valdivia cancherea con sus pases gol y Suazo se escapa en la tabla de goleadores. Mientras la "U" jugaba a media máquina para cerrar una obra que se murió antes de empezar el segundo acto, los colocolinos tenían más emoción en cancha y superaban a la Universidad de Concepción como todos sabíamos que finalmente iba a pasar.
Dicen que si Ricardo Parada metía ese contragolpe en el corazón de la última parte, la suerte de este juego cambiaba. Difícilmente el ganador hubiese sido otro aún con ese golpe. Colo Colo fue superior en los dos partidos y si los del campanil mostraron un final tremendo en Concepción fue porque el rival estaba más que relajado. Les había encajado cuatro ya.
Ahora, la final soñada. La que debió darse en otros años donde Colo Colo y la "U" siempre llegaban al final del torneo con los desempeños más notables. Entre ellos se metía un Cobreloa, una Católica o alguna otra sorpresa y nos quedábamos con las ganas. Pero esta vez, ni los cruzados ni otro equipo chico hizo mérito alguno como para estar en la pelea. Tal vez Huachipato, aunque por más que hagas buena campaña, no te pueden aplastar en los momentos decisivos.
En dos partidos se decidirá el monarca del fútbol chileno. Extraño, debió ser en uno sólo, sin posibilidad de especular con el primer resultado, con que ayer gané y ahora empato, en fin. Para ser campeón, justo cuando se enfrentan los dos equipos importantes del país hay que mirarse y medirse una sola vez. En noventa minutos. Sin concesiones ni calculadoras. A alcanzar la gloria o moder el polvo de la derrota. Lamentable que se les ocurra alargar algo que no merece más de noventa minutos a full.

Tan lamentable como que seguramente a fin del 2006, algunos de los personajes que dirigen el fútbol chileno saldrá a defender lo hecho en estos años y tendrá como fundamento base que este tipo de torneos es exitoso, tanto así que la definición entre dos equipos superiores (en rendimiento actual e historico) como albos y azules demuestra certeramente el asunto planificado. Para decir que pese a lo funesto de nuestros horribles mandamases, la suerte igual los acompaña.