"A costa" de pura ilusión

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto Neira)

A ratos, cuando miraba hoy el partido de la selección chilena en Irlanda me recriminé por destacar antes un proceso que claramente tenía fuerte olor a añejo. Lo digo por aquella formación plantada por Acosta tan similar a la que nos hizo sufrir hasta lo indecible en las eliminatorias anteriores. Daba la impresión de que otra vez volvíamos a lo mismo.
Ya señalé en su momento que puedo no estar de acuerdo con la manera en que el uruguayo afronta tácticamente los partidos. Pero también comulgué con su intención de trabajo a largo plazo y planificando como hace falta en estos lados. Que hoy vimos actitud y personalidad es indesmentible. Que no estaban los mejores también es una realidad. Sin embargo, nos quedamos con una sensación grata y esperanzadora.
Inmediatamente uno tiene que ponerse puntilloso. No por ánimo de enlodar lo hecho sino por generar conciencia en el que mira el proceso con ojos cómodos. Piensen un poco y respóndense esto. ¿Si Chile hubiese clasificado al mundial habría sido convocado "el Toco" Sánchez con apenas 17 años? No. ¿O si es ideal el rendimiento físico del futbolista chileno jugando afuera en comparación con el de los extranjeros? No, sobretodo viendo a los nuestros que juegan afuera. ¿O si jugadores que la "rompen" en Chile como Humberto Suazo tiene capacidad para emular afuera lo hecho por Salas y Zamorano en su mejor momento? Para nada. Lo mejor de todo es que, a la luz de lo que vimos hoy, Nelson Acosta parece tener claras esas preguntas y mejor aún; está trabajando para cambiar las respuestas.
Más allá del análisis, de los rendimientos personales o la ínfima calidad del rival, me quiero quedar con el global. Con la disciplina táctica que, como nunca, funcionó a la hora de pasar de la defensa al ataque en no más de cuatro toques. En el lustre afán de intentó prolijo a la hora de maniatar las arremetidas rivales, de agilizar el fútbol sin recurrir al piscinazo, al foul reiterado o el juego para atrás. En la concentración que tuvo pocos desmayos, en la voluntad para correr un poquito más que lo normal, en el esfuerzo por entender y aplicar ese concepto tan básico y a la vez tan reticente en nuestras bases, ese que manda a jugar el fútbol para adelante sin otro objetivo que el arco contrario.
Lo demás se mejora. Que Suazo se deje de pichanguear es cosa de tiempo. Que Jiménez y Mark González encuentren otros acompañantes para sumar piernas en terreno rival es cuestión de asumir nuevas estrategias y movimientos tácticos que funcionen de memoria. Ya vendrán los Villanueva, Valdés, Fernández, Droguett o Figueroa. Por ahora, apelar a los experimentados es asegurar el ambiente para los nuevos. Aunque parezca repetido, e independiente del resultado frente a marfileños o suecos, acá recién se está construyendo el piso. El techo concluyente dependerá de que tan alto quiera volar este grupo.