Planificar es lo que falta

Por El Fanatinche

Todos aplaudimos la manera de enfrentar el fútbol que tiene este Colo Colo de Claudio Borghi. Pero también fuimos lo bastante concretos para adelantar el final de la historia alba en esta fase de Copa Libertadores y hasta anticipamos dónde radicaría la diferencia. Está bien. No hay que ser brillante.
Que el equipo chileno haya sido eliminado en la fase preliminar del torneo intercontinental condice algunas fórmulas que es bueno precisar. La primera tiene que ver con nuestra realidad deportiva nacional. No estamos capacitados para enfrentar a rivales extranjeros en igualdad de condiciones. Pero lejano a lo que se piensa, el real déficit no tiene que ver con la calidad futbolística ni mucho menos. Y aquí encontramos el segundo punto. El que hay que corregir a corto plazo. La planificación.
Claudio Borghi decía que la eliminación pasó por no haber tenido el tiempo suficiente para trabajar. Cierto, pero los responsables son ellos mismos. Resulta paradójico que un equipo con tanta experiencia internacional como Colo Colo nadase tanto para morir ahogado en la orilla. Es sabido por todos que la Libertadores comienza en enero, mucho antes incluso que los mismas contiendas locales. Y no es muy inteligente competir todo un año para clasificar al tan anhelado torneo y despedirse de él en 180 minutos.
Entonces, hay que hincarle el diente a tan pomposo condoro de nuestra ingenuidad pelotera. A partir de ahora se deben crear instancias de preparación efectiva. Acortar los plazos en la conformación de planteles y en la ratificación de cuerpos técnicos para que las nuevas ideas futbolísticas cuajen antes de plantarse en una cancha a jugar objetivos tan importantes.
Los torneos de verano parecen un buen artificio. Proyectarlos a mitad de año y ejecutarlos en los primeros días de pretemporada puede ser una vital tabla de salvación para que nuestras escuadras lleguen al principio de competencia con algo de background bajo los tapones. Otra solución, algo más de fondo, radica en cambiar la conformación de nuestros calendarios de contienda. Aprovechar que estamos en un país de invierno crudo y dejar la era de traspasos para mitad de año. Esto conlleva beneficios varios. Uno, que la estación de transacciones no se tope con la de ligas más atractivas y con ello, los jugadores noveles de nuestras fronteras puedan cederse sin el riesgo de quedar libres y, por lo mismo, sin el consabido beneficio económico de los clubes. También, que los distintos canales de televisión opten por financiar y patrocinar copas estivales evitando con ello el monopolio actual y revitalizando el alicaído producto fútbol de nuestro mercado interno. Ni hablar de los innumerables beneficios que significaría para diversos balnearios el aproximar veraneantes atraídos por la sola posibilidad de ver en acción a sus equipos cercanos disputando encuentros con los llamados "grandes" de la capital, receta tan probada en otras latitudes.
El ejemplo que nos enseño Chivas de Guadalajara es incuestionable. En partidos de impresionante vocación ofensiva, los mejicanos dejaron fuera al representante chileno gracias a su experiencia y concreción global de su oncena. Se conocían. Venían de calificar en un exigente torneo jugado en tierras estadounidenses donde se eliminaron con lo mejor de su liga local. Llegaron a los duelos frente al Cacique con partidos en el cuerpo y sin el problema de la divergencia y poco alistamiento de ideas memorizadas. Ganaron por eso. Y Colo Colo, pese a su hambre, a su empuje y a su brillante actitud quijotesca pagó el precio de la improvisación.