Chau, gordo querido...
Por Futbolero Mayor
A este había que aguantarlo. Participaba en el equipo deportivo más loable, cálido y verdadero de todo el ambiente radial chileno. "La Chispa del Deporte", de Radio Chilena estaba formada sólo por tipos de verdad, con bagaje y cerebro. Con ideas y humildad. Solabarrieta, Eguiguren, Tudor, Vega Onesime, Pato Yáñez o Jorge Cubillos. Y entre este enorme grupo de profesionales que en diciembre cesó al mando del tremendo Vladimiro Mimica (y que hoy están llorando la partida de uno de sus próceres) había un gordo de enorme dimensión profesional y personal: Carlos Alberto Campusano.
Si usted no lo conoce es el mismo que relataba emocionado aquél gol de último minuto dónde la bella fantasía nos hacía empatar con Alemania Federal (cuando en realidad perdimos 4 a 1) en España '82. ¿Se acuerdan? Cuando un enfervorizado hincha encarnado por Néstor Cantillana celebraba el tanto histórico de Gustavo Moscoso con un orgasmo de antología. Este momento formidable de nuestro cine formó parte de "Historias de Fútbol", la opera prima de Andrés Woods en su tercer relato ambientado en la lluviosa isla de Chiloé. La voz del "Gordo" quedó merecidamente inmortalizada para las futuras generaciones.
Murió Carlos Alberto Campusano, recién a sus 41 años. De dilatada y prolífera carrera, trabajó también el CDF y en las transmisiones de Red TV de un sudamericano sub 20 dónde Pinilla se tiñó por primera vez el pelo. En aquella ocasión, me recuerdo, el "Guatón" hacía gala de su picardía bromeando con que las dos camisetas mostradas por una preciosa modelo argentina eran para besarlas y acariciarlas, haciendo claro, el juego de palabras con ciertas partes alucinantes de la anatómica muchacha entre las risas no disimuladas de sus compañeros de set.
Campusano tenía fuero. Nunca alguien se quejó de actitudes cizañeras o de conflictos personales con el relator. El hombre era más que una voz, ese destino sombrío que persigue a la mayoría de los cantagoles que deambulan por las canchas de este país. A Campusano no lo marcó jamás ese estigma. Por su contextura lo conocíamos todos los que sabemos de fútbol si es que nos lo cruzábamos por la calle. Y lo admirábamos como buenos exigentes hinchas por su grado de fantasía para idealizar la actividad que tanto amamos...
Quienes trabajan en los medios habrán tenido la suerte de hablarle y disfrutar de su verso plagado de bella locura. No es difícil suponer que el aneurisma cerebral lo atacó sirviéndose de su pésimo cuidado de salud. La maldita obesidad era presente testigo de cómo disfrutó la vida sin límite pero también le pasó la cuenta en el final.
Hay una vieja canción del juglar popular Tito Fernández que versa "No hay guatón que sea mala gente..." Te equivocas Tito, qué inocente. Si los hay, como todo en la vida. Pero algunos tienen el cielo ganado por obrar bien en esta tierra y el "Gordo" Campusano es uno de sus mejores exponentes, más si se desenvolvió en un medio plagado de sabuesos y rapiñas carroñeras esperando que se caiga el del lado para pisotearlo en el suelo.
Se le extrañará, pero sabemos que a esta altura Campusano "trepa, trepa, trepa" (como rezaba su sello discursivo frente al micrófono) rumbo a mejor vida. Se nos adelantó. Ya nos encontraremos por ahí para seguir hablando de fútbol. A todos, en mayor o menor grado nos mueve la actividad. Y a todos nos duele su partida. Hasta siempre, maestro...
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