Todavía no, "Mago"... Todavía no.

Por El Fanatinche

A Jorgito Valdivia le dicen "El Mago" pero ciertamente todavía no se manda ninguna jugada de florilegio histórico como para dejarlo en las estadísticas y creer que estamos frente al Mesías del fútbol chileno. Por un exasperado genio, por su nula capacidad de sobreponerse a lo adverso, por falta de rigurosidad física y mental o simplemente porque el niño " se nos creyó" el cuento, el actual volante de Colo Colo sigue siendo la eterna promesa inconclusa de nuestro balompié.
Cuando en su etapa de juvenil estuvo en el Cacique alternando con el primer equipo su futuro ya parecía esplendoroso. Pero el mal carácter (en un clásico lanzó piedras al auto del Doctor Orozco camuflado entre los hinchas del Monumental) y sus malas juntas le colgaron el cartel de "conflictivo" lo que, de ahí en más mermaría su brillante calidad dentro de la cancha. La misma, se ha manchado sucesivamente por expulsiones y polémicas con rivales o dirigentes.
Valdivia tiene un talento ilimitado. Una fineza técnica envidiable, goza de una visión periférica y velocidad de mente simplemente fulgurantes. Pero se nos quedó en el casi casi, tal vez marcado a fuego por ese maldito cliché chilensis que te indica que siendo bueno en lo tuyo ya alcanzaste las puertas del cielo y no debes trabajar para corroborarlo. O sea, mediocridad al fin y al cabo.
Al habilidoso lo han comparado con los mejores volantes ofensivos en la historia de nuestro deporte popular. Lo cierto es que vivimos en una etapa social donde la prensa es extremadamente sensacionalista y hasta ignorante en la manera de enfocar la realidad. Sin quererlo, el muchacho de origen humilde pagó el precio de la consagración anticipada y hoy se enfrenta a la disyuntiva de salir a lucirse al extranjero o morir en nuestros pastos como el típico jugador que debió llegar más alto. Tal es la confusión acerca de su aporte que traspasa la frontera. El comentarista Fernando Niembro, de la cadena Fox Sports lo alabó constantemente en el partido del equipo albo contra Chivas, de seguro influenciado por los medios chilenos que lee en internet para estar al tanto de la actualidad. Fue tal su descuido que pasó por alto que el verdadero proyecto, figura y conductor del equipo es Matías Fernández, tres años menor y con un futuro que ya se encuentra en pleno punto de ebullición para enviarlo a solidificarse en el exterior. El grave problema, hablando de lo netamente futbolístico en el caso Valdivia está en su curva de rendimiento oscilante. La irregularidad. Tal es su pericia y maestría con el balón que los hinchas (a instancias de los conformistas caudales de información) se ajustan con apenas verlo rendir a cabalidad por 30 minutos. Ese es su problema y el de quienes lo asesoran. Alguien debería contarle que cuando ligas extranjeras buscan refuerzos de estirpe lo hacen pensando en el nivel que sus competencias internas exigen. Eso pone su futuro cuesta arriba.
Corrió el rumor fuerte de que sería fichado en el Independiente de Avellaneda dirigido por Julio César Falcioni. Hace un año se habló de Boca, lugar que hoy ocupa Federico Insúa. ¿Alguien creyó en semejante "volador de luces" aparte de los faranduleros bloques deportivo de Mega y Chilevisión o la sección idónea de LUN o La Cuarta? No, porque sabemos que nuestro "Mago" no tiene por donde pararse en un torneo tan competitivo y exigente. Se le pasó el momento de apogeo. Tuvo su posibilidad para empezar a descollar en el Rayo Vallecano de España o el Servette de Suiza y fracasó derrochando con ello la posibilidad de quedarse en el amplio y surtido mercado europeo. No por mal jugador sino porque corre menos que el resto. ¿Es mental? Puede ser, pero lo cierto es que Jorge Valdivia debe tener un viraje radical en su manera de pararse en la cancha y afrontar un partido. Ser crack sólo en Chile no basta y debe entenderlo. Si progresa, el medio nacional le quedará cada vez más chico y podrá mirar hacía nuevos horizontes.
Por ahora, mientras siga creyendo que con "un taquito" o un par de paredes lujosas puede optar al fútbol extranjero es difícil que logre el despegue definitivo. Tiene 21 años. A esa edad, Marcelo Salas ya era el mejor jugador de América. Y en Argentina o Uruguay los futbolistas ya están en su madurez total. Valdivia no. Sigue siendo promesa. Y el cheque a fecha está llegando a su día clave sin tener activos en la cuenta para cobrarlo.