Devuélvannos a Deportes Concepción

Por el Fanatinche

Qué paso con Deportes Concepción para que hagamos esta pregunta. ¿Lo arrendaron? No. ¿Lo raptaron? Tampoco. ¿Lo vendieron? Menos. ¿Se lo robaron? Mmmmmm... Alguien podría suponer que sí, más aún cuando gente como Carlos Soto tuvo la gran idea de dejar entreverada la sospecha en su conversación de la semana pasada en el programa "La Tele o Yo" que conduce nuestro coterráneo Julio César "El Cuma" Rodríguez. En aquella oportunidad, el "Comegato del Sifup" tuvo empacho para señalar que años atrás se rió en la cara de algunos dirigentes lilas que, aburridos de su intransigencia le cuestionaron si acaso les estaba cargando el delito de apropiación de bienes del club. Según Soto sí. Ciertamente se equivoca y aquí les aclaro por qué.

Hace algunos años, y tras memorables campañas en el ámbito internacional (dos Libertadores y una semi en Conmebol) la dirigencia lila encabezada sucesivamente por los hermanos Band, Eduardo Sarkis y Gregorio Yánquez tuvo la idea de cumplir la antigua obsesión de la hinchada penquista: traer la copa de campeón a la cuenca del Biobío. esa que por años sólo se mira y no se toca. Se apostó alto, todas las fichas a un sólo número. Se invirtió demasiado y los resultados fueron espantosos. Entonces, lo que con trabajo de hormiga se había logrado, de golpe y porrazo se perdió al poco andar. De bonanza a "la calilla". Y el déficit fue aumentando.

Sucede que hoy estamos at postas de ver cómo Deportes Concepción es suspendido del torneo nacional. Algo inesperado pero que los propios dirigentes lilas refrendaron el año pasado en la lectura y definición de las pautas que corregirían el viejo problema de la deuda histórica del fútbol chileno. De seguro jamás pensaron que estaban cavando su propia tumba.

Sin embargo, hay un tema que me genera suspicacia. Y es que Deportes Concepción ha juntado una enorme cantidad de dinero para saldar parte de la abultada deuda que arrastra. Entonces debo hilar fino y sugerir que aquí hay un tema que "no junta ni pega". ¿Quienes delimitaron las reglas no repararon en que salir durante una sola temporada del hoyo económico sería imposible en un torneo que no genera las divisas suficientes como para desenvolsar suculentas cantidades de efectivo?

La postura del Sifup parece enconada, infranqueable y créanme que a ratos la justifico. Es claro que no se puede pensar en el futuro sin enmendar los errores del pasado. Pero claramente aquí hay intereses en conflicto que superan la eventualidad misma. Y puedo entender por qué se produce.

Para desgracia de los intereses lilas, los encargados de solucionar el tema no han tenido la actitud que se espera, pero más buenas intenciones que encierre su gestión. Una muestra palpable es la postura de Jorge Mahuzier, Cristián Montecinos y Patricio Almendra, el presidente y dos jugadores que asumieron la posta como cabecillas del plantel pero que han carecido de tino para enfrentar el tema. Su incomprensible "parada" frente a las decisiones de Soto y su mesa dirigencial ha indispuesto la toma de acuerdos que lleven la historia a un final feliz.

Cuando las ideas se enfrentan es necesario apelar al entendimiento y no a la prepotencia basada en la guerra de declaraciones. Los que piensan que tomando una actitud radical se logra el objetivo carecen del discernimiento para entener algo básico: Es Concepción quien debe el dinero y por tanto debe buscar caminos de consentimiento y no de choque iluso.

Sería bueno que los hinchas del "León" (los únicos que hasta ahora han dado la talla requerida) cuenten con apoyo manifiesto de la comunidad penquista. Por ello es perentorio que los dirigentes del club se acerquen a las autoridades regionales para generar influencias. No se trata de pedir dinero como algunos sugieren. El aval debe ser en vías de la credibilidad, esto es, en dar garantía y fe de que esta ciudad está alerta y conmocionada por la sola idea de perder uno de sus principales polos de atracción deportiva. No cabe la excusa de que hayan más equipos y que el fútbol vaya a continuar en nuestros pastos. Se trata de entender que por más tradición que tenga Huachipato, por más historia que ostente Fernández Vial o el mucho prestigio que arrastre la Universidad penquista, es el equipo lila el que puede presumir de haber traído los mejores espectáculos en cancha, así como también de asumir mayor popularidad y de llevar en su insignia el nombre de la ciudad. Eso no se puede perder.

Si de sumar se trata, los antiguos dirigentes que hasta hoy brillan por su ausencia deben hacer acto de presencia y aportar recursos. Ya no están en la mesa central pero siguen siendo hinchas, más allá de la responsabilidad que les cabe en el despilfarro histórico de la institución. Recaer en ello es redundancia inútil, al menos por ahora. Tarea que deben entender los medios de comunicación local que apelan al rigor periodístico para cavar dónde no se debe. Por ahora al menos. Más que mirar la contingencia deben apelar a la utilización de su poder de convocatoria y generar una herramienta potente y complementaria.

Entonces, hay que bajar los niveles de la discusión. Hay que dar la pelea con armas inteligentes y confiados en que el público ya les dio el espaldarazo suficiente para corroborar que en Concepción hay conciencia de que el club no puede desaparecer. Es recomendable "sobarle el lomo" a Soto que parece tomarse más atribuciones de las que tiene por mandato de su sindicato. No lo enfrenten, ni tampoco se borren ante la crisis.

Si les digo que nos devuelvan a Deportes Concepción es porque hasta hora no se ve una gestión mancomunada sino a grupos particulares de intereses luchando por una causa común. Esa movilización disgregada no sirve. Porque el club no es de los jugadores, ni de los dirigentes. Incluso tampoco es patrimonio absoluto de sus hinchas. Deportes Concepción nos pertenece a todos los que queremos al fútbol. No nos quiten lo que es nuestro.