Los "Toreros" no son de España...

Por Satelito (J. C. Araneda)

No hay futbolista que genere tantas pasiones como Juan Román Riquelme. Desde sus primeros días en Boca Juniors dónde la magia sobraba y las palabras rehuían el exigente medio argentino. Fue pilar de un equipo que ganó todo. Sus hinchas, los más célebres del continente, lo vieron subir escalones para pasar de mágica promesa a enorme realidad. Las copas más importantes pasaron por sus manos. Ese es Juan Román Riquelme.

El Torero boquense regresó a su Casa Amarilla tras encontradas diferencias en su periplo por España. Lo altaneros de Barcelona se dieron el lujo de ningunear su calidad futbolística, de desecharlo cuando fueron ellos quienes en una costumbre digna de grúa televisiva, se lo levantaron a Boca para que dejara de ganar todo lo que en Europa se da por ganado. Lo que el auriazul les estaba arrebatando de las manos.

Da la impresión que a Román o se le quiere o se le odia. No hay puntos medios con él. Un claro
ejemplo es el de su actual club, el Villarreal, el que lo cedió a Boca en una absurda maniobra por desatar el nudo que el único jugador que le dio estatus de "grande" había generado, estatus que para el Submarino Amarillo, convengamos es demasiado artificial y poco sustentable en el tiempo.

El mal momento del argentino en el club que dirige Pellegrinni (Riquelme lo acusó de mamón y mantenido) no es culpa del jugador. Lo que, más allá de las interpretaciones demuestra que "Topogigio" tiene su calidad intacta, que estaba sólo desaprovechada debido a su incapacidad por aceptar el manoseo, como el que la dirigencia valenciana hizo con su compatriota Juan Pablo Sorín. Allí aparece la viveza del
tipo con algo de superioridad en el criterio dirigencial, uno como Mauricio Macri.

Con enorme sapiencia, el futuro político de renombre en el país de al lado da el golpe a la cátedra y sostiene negociaciones personales con Riquelme y "sus jefes directos" dejando de lado los rumores de su fichaje. Sus rivales no se refuerzan pues Boca no muestra un gran potencial. En ese momento, Macri anuncia la llegada del "Torero" y la voz se hace unísona. Golpe a la cátedra, se acabó la pelea por el título en Argentina. Ahora hay que ver quien llega segundo, dicen en la prensa. Por más que los dardos disparasen contra Riquelme tras la experiencia argentina post mundialista, todos en su país reconocen que con él en cancha, la ventaja es desmesurada, incontrarestable.

Boca quiere reconquistar el continente y para eso trajo a su hijo pródigo de vuelta. Por más que no sea garantía de una Libertadores o un Clausura en el bolsillo, el Torero asegura que durante meses volverá a disfrutar del fútbol y con ello, deleitar al espectador sudamericano. Hay tipos que sienten la camiseta más que los dólares y la competitividad de las ligas. Juan Román Riquelme es uno de ellos. Lo podrán acusar de lento, de lagunero, de irregular o de arrugón incluso. Lo que quieran. Pero nunca de traidor, de mercenario o pecho frío. Riquelme con la "10" de Boca es un riesgo que pocos logran sortear con éxito. Por algo, Maradona lo escojió su histórico sucesor, quien se ganó por derecho propio un palco de ídolo en La Bombonera. Más que Tévez, más que Guillermo, más que Bianchi incluso. Román está de vuelta. Seguro que en España hay muchos que esperan que su estada sea un fracaso. Porque, de ganar otra vez algo en Boca, ¿quiénes serían los equivocados?