Nuevo campeón, vieja historia

Por Satelito (J. C. Araneda)

¿Qué le pasó a Zidane? Es la única frase que se me ocurre para sintetizar "el" momento que definió esta copa del mundo, al menos en lo que respecta a su último duelo. Lo otro es materia de análisis más acabado y riguroso. Siento que cuando Zizou se hace expulsar de la manera más imbécil (para una estrella de su talla, en su depedida, siendo figura del match, con el balón de oro Fifa casi asegurado y en una final del mundo) terminó por derrumbarse la convicción francesa de que nuevamente eran más que el favorito en la cancha. Allí se sentenció el partido.
De alguna forma, que Italia sea campeón del mundo viene a pagar una deuda histórica. No con eso de que siempre perdían a los penales y había que sacarse la mufa. Eso es circunstancia del juego no más. Tampoco con los inmigrantes como dijo Gatusso o Carcuro, o con el mal momento que merecidamente vive su afamado Calcio por tanta corrupción mal habida y sucia que enloda su fútbol. La justicia llegó para el plantel y su técnico, que con arreglines más o arreglines menos siempre se ingeniaron para estar en la cúspide de las competencias más afamadas de clubes, jugando instancias casi históricas. Ese grupo no se merecía pasar por la historia sin quedar registrado en ella. Y como Francia ya se había inscrito hace ocho años, parece que lo de hoy fue justo en cuanto a mera estadística literaria.
Fue bien malo el partido para hablar de una final del mundo. Pero es la vieja historia nada más. A la última instancia de un torneo competitivo no necesariamente llegan los mejores sino los que tienen la suerte y el empuje justo para llegar. Por decirlo de manera más simple. Si este mundial se empezara a jugar en agosto, con los mismos equipos, los finalistas seguramente serían otros.
Acá hubo 20 minutos de emoción y el resto fue ajedrez osado. Si no es por el penal extraño cobrado por Elizondo, seguramente los noventa de tiempo regular terminaban a cero.
No me esperé jamás que el duelo de estrategías entre Domenetch y Lippi fuese ganado tan claramente por el primero. Porque la idea de Francia fue posicionarse de mitad hacia delante y por las orillas, controló la salida italiana y lo dejó sin fútbol ofensivo. Sólo pelotazos a los discretísimos Toni y Iaquinta que nunca convencieron en todo el mundial. Por el otro bando, le blue (hoy, nuevamente le blanc) dominaba la mitad e intentaba salidas rápidas pero sus extremos no sirvieron como frente a Brasil o España. Con ello, el incansable Ribery más el opaco Henry apenas inquietaron o desbordaron a la ordenada zaga azzurra pero cuando no estuvo Cannavarro (el más brillante de todos, para mi el mejor jugador del mundial) apareció Buffon. El resto, por ambos lado, una ensalada de figuras de renombre demostrando que nada más son todos del montón.
No extrañó que llegaran al alargue. Era presagiado desde antes por los especialistas. Acá no había un equipo tan letal y ambos se conocen de memoria. Y se anularon como tal. Bien sabido es en el fútbol moderno que estas extensiones de quince minutos por lado requieren de un esfuerzo concentrado e inteligente, que no te haga dejar desparramada la última línea pero que también se aprovecha de la falta de piernas y coordinación para tener una o dos opciones claras. Esas hay que definirlas.
Así lo entendió Francia. Y en la primera parte de suplemento, Zidane y Buffon adelantaron lo que sería el desglose del partido. Los galos quisieron, los tanos se lo impidieron. La tapada del golero valío un tetracampeonato del orbe. Fue monumental porque el cabezazo estaba destinado a definir esa brega tan pareja. Llegaría la segunda parte, la expulsión del capitán francés (con ese curriculum es inconcebible que se molestara por lo que le dijeron en el partido, si hasta me acordé de Zamorano en Calama porque manchó su despedida de la misma manera) y con ello sobrevendría el desplome de la mentalidad francesa.
Cuando empezaron los penales uno ya sabía el descenlace. Porque no estaba Zizou o Henry, porque Buffon ataja y marca presencia y porque, si Barthez fuese pioneta de la vega trabajando en descargar sandías, la mitad de la producción se reventaría en el suelo. No agarra ni una.

La demostración de perfección (si Trezeguet no lo estrellaba en el palo, igual ganaba Italia a la larga) en los ejecutantes es el final perfecto para resumir un duelo de estilos bastante parejos y especulativos. Aún así, llegaron a la final porque hicieron bien el cálculo y la planificación. No por jogo bonito. Y así se nos fue el mundial no más.
Miraba los archivos con algo de nostalgia. Bien saben que este blog puede entrar en receso en las próximas semanas. Es una cuestión super personal. Una reflexión que hago. Mis compañeros me dijeron en su momento "supongo que te vas a hacer cargo en el mundial". Unos me ayudaron más que otros pero siento que este mes cumplí con uno de mis objetivos más internos y escondidos. Comentar un mundial. Yo no voy por el periodismo ni en las aulas ni en la sangre. Pero siempre me gustó el fútbol y como dijo alguien en este sitio el mundial es la fiesta mayor del fútbol. Empecé el 9 de junio comentando Ecuador-Polonia y de ahí seguí con muchos de los duelos de la competencia. Lo pasé bien y hasta aprendí mucho. Fíjense que por edad, la copa del mundo que más recuerdo es la de Francia '98 porque estaba Chile. Pero ahora, y aunque no me haya gustado la final, tengo claro que Alemania 2006 es el que más voy a recordar de todos. Porque de alguna manera, me sentí más protagonista que nunca, aunque parezca ridículo. Lo que hace tener una forma de comunicar. Ahora entiendo a muchos. Gracias a los que interactuaron en este mes. Para Sudafrica 2010, nadie sabe si estamos vivos ni en cuál vamos a estar.