Misma historia ¿Distinto final?

Por Satelito (J. C. Araneda)

Como en la anterior versión. Brasil y Argentina otra vez animarán la final del torneo que agrupa a las selecciones de este lado del mundo. Parece cuanto aburrido pero está lejos de serlo. Albicelestes y verdeamarillos eran favoritos incluso en el último mundial. Es la final soñada para todo campeonato. Es la rivalidad eterna. Y hay sangre en el ojo. La vez anterior, en el minuto 90 de la final que ganaban los trasandinos, Marcelo Bielsa, el mismo que quieren traer a Quilín sacó a Tévez que les estaba pisando la pelota a sus rivales. Se metió atrás y le empataron. En penales, el scratch se llevó el trofeo.
Hay aires de revancha pronosticados para el domingo en Maracaibo. Primero porque lo de Lima dolió mucho, aunque después llegó la medalla de Oro en Atenas y Bielsa dio un paso al costado con la prensa por primera vez a su favor. Esta vez los tópicos son distintos aunque las apuestas son similares.
En aquella oportunidad, salvo algunos "cracks" en dudoso momento como Ronaldo, Brasil llevó un equipo competitivo, solvente, de calidad. Argentina, líder de las eliminatorias llegó como candidato y pese a tener el torneo en el bolsillo, lo perdió. Esta vez, el canarinho arriva entre las dudas de su propia parcialidad, sin sus principales referentes, pero ganando los partidos fáciles y echando mano al oficio de Baptista y los goles de Robinho.
Argentina, en cambio es un equipo de lo más granado, un Dream Team que brilla, bajo la mano del invicto técnico Alfio Basile (si no le suspendían a Maradona, capaz que hubiese sido campeón del mundo el '94). A ello hay que sumar el plantel es de primer nivel, con jugadores de primer nivel como Gabriel Milito, Abbondanzieri, Zanetti, Mascherano, Verón y tres de los mejores futbolistas del mundo en este minuto. Carlos Tévez, Lionel Messi y Juan Román Riquelme.
La historia de las semifinales indica que Brasil tuvo dura batalla y mucha suerte para eliminar a Uruguay en tanda de penales. Argentina le dio un baile a México merced a la manija de Román y al gran nivel de sus delanteros. No sufrió, no se desarmó jamás. Lo mató con la pizarra y el Niño Lio puso el estadio a sus pies con el segundo tanto, esa picada de antología.
La albiceleste tiene el arma que siempre perteneció a los cariocas. Toque, rotación, adormecer al rival y explosión en el último tercio. Debiese ser una final apretada que se definirá por algún mérito, una falla puntual o simplemente sin daño hasta la lotería de los once metros.
Si hay que apostar Argentina. Porque en jugadores y entrenador, son los de Basile los que muestran más pergamino que Dunga y su inconvincente plantilla. Aunque en el fútbol, las sorpresas se dan y los ejemplos sobran. Cosa de ver la final pasada en la misma competencia.