Que buena inversión

Por Satelito (J.C. Araneda)

No es fácil hacer cuatro goles en un sólo partido. Eso ya habla por sí solo. Tampoco debe serlo el llegar con antecedentes de crack y tener que ganarse el puesto empezando a jugar apenas diez minutos por partido. Sobretodo cuando no se tiene gran educación y apenas 18 años.

Por lo mismo, el holandés Ruud van Nistelrooij y el argentino Sergio Agüero son definitivamente lo mejor que arrivó por Madrid en los últimos años, aunque sean de equipos contrarios: Real y Atlético.

Hace rato que el ex artillero de Manchester viene siendo la mejor figura de su escuadra. Pero cuatro goles, justo cuando tuvo una de sus mayores desilusiones deportivas (no ser convocado al seleccionado holandés en su resurgimiento como artillero) y como visitante ante el Osasuna no es un tema para mirar en menos. Ruud anotó todos los tantos merengues, fue figura consular, demostró que Van Basten lo margina de su equipo nacional sólo por líos personales y que hoy por hoy es uno de los mejores artilleros vigentes del orbe.

Una cosa muy distinta es la que pasa con el Kun de Avellaneda. El chico que creció con la idolatría de Independiente, que sin salir campeón se calzó el título del nuevo Bochini y llegó a tierras hispanas convertido en la figura emergente del fútbol trasandino para suplir de una vez por todas el fantasma dejado por Maradona en Ezeiza, está confirmando la teoría del mexicano Aguirre, el entrenador que era visto como enemigo público en Buenos Aires al no alinear al chico desde el inicio. Según el estratego, la idea era ambientarlo. Por suerte, planificación o simplemente porque el muchacho le torció la voluntad, ahora Agüero es considerado genio y figura de la divisa colchonera, le quitó el sitial de crack al "Niño" Torres y cada vez anota goles de mejor factura (incluso uno con la mano hace unas semanas que generó mucha noticia) y se consolida como figura de la liga de las estrellas.

Entre tanto jugador que llega a esta competencia, es bueno saber que algunos van con el destino de transformarse en figuras estelares. Es lo que nos gustaría que se dijera de nuestro Matías Fernández el próximo año. Que brilla, anota y se luce. Muchos lo intentan. Ruud y el Kun ya parece que le tomaron el pulso al desafío.