Colo Colo y su nueva impronta Mc Donald.

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N.)

La independencia no se tranza. Ni la de moral, ni la de albedrío ni menos la de convicción. No hay dinero que la compre. Leía en la prensa que Colo Colo tiene intenciones de transformarse en un Mc Donald del fútbol chileno, repartiendo a concesión por el país sus valores sobrantes en Pedreros. Al parecer, el primer objetivo sería Curicó Unido. Una táctica que raya en la falta de respeto.

Como la súbita superficialidad es un preciado don de nuestra comunidad futbolera, en la Séptima región pasaron de la revolución a la reticencia en sólo cosa de días. Alguien de seguro les hizo ver que esto, más que colaboración es parte de una planificación global de la administración Blanco y Negro S.A, que tiene al club tortero perfilado como una probable y verdadera “sucursal”. Una suerte de gallina vecina que sirve para empollar los huevos que no caben en el propio nido.
Alguien me dirá que es una práctica antigua, que siempre existió, que no hay que alarmarse y basta con mirar el mapamundi corroborando así la existencia de filiales en aquellas ligas más importantes y competitivas del orbe. Cierto, pero esos equipos son efectivamente “filiales”. Tal concepto lleva consigo pertenencia, dependencia y hermandad inquebrantable por naturaleza. En Chile también hay ejemplos en Tercera División como Huachipato, la Universidad de Chile, la UC o el mismo Colo Colo en su momento. Nada que ver con el caso que analizo hoy.
Cuando la dirigencia de la sociedad anónima que dirige los destinos albos tiene en la mira a un club de claro desarrollo como Curicó Unido, me quedo con la sensación de que es igual a la empresa multinacional que mira cómo expandirse a través de socios locales con buen funcionamiento en el mercado. O sea, el fin último no radica en ayudar al prójimo sino ofrecerle una pequeña ventaja taxativa, que en estricto rigor es mínima a la hora de cuantificar los dividendos obtenidos por el “socio grande”. Globalización en suma, con todos sus costos y beneficios.
No busco hacer un juicio de valor acerca de las medidas estratégicas de Colo Colo S.A respecto de Curicó Unido. Definitivamente, sólo intento dejar en claro que esta es la típica movida del viejo arte de los negocios, donde un inversionista grande se arriesga poco y pone sus dividendos potenciales en una canasta segura. Un raciocinio y modus operandi meramente empresarial, para ser más claro. Todo bien hasta ahí. El problema es que en el fútbol chileno aún no estamos preparados para tal criterio económico. Y es que aún existe la institucionalidad a la antigua, la de la divisa pegada al pecho más que la boleta a fin de mes con resabios de dinero por el aumento en las acciones adquiridas.

Si Colo Colo quiere mejorar sus productos –entiéndase como tal a sus profesionales en formación como productos para el mercado fútbol- que lo haga mediante la creación de filiales propias pero que no contamine el deporte nacional con maniobras de globalización mercantilista. No puede ser que en Curicó acepten que sus decisiones provengan desde la capital y bajo planificación de personajes que con suerte conocen su existencia en el mapa, a lo más porque pararon en la carretera a comprar los alfajores o empolvados de rigor. Es inaceptable que el futuro entrenador sea impuesto por Blanco y Negro S.A , que los jugadores del plantel lleguen por la misma vía y que por tanto, sean una verdadera "sucursal" funcionando a concesión y con materia prima ajena. Para eso, mejor entierran la insignia de su club y terminan en cancha con una camiseta blanca que lleve un cacique como marca registrada.