¡¡¡Fenómeno!!!

Por Satelito (J.C.Araneda)

Como nunca había tanta expectativa por ver el clásico español. Pero si la atención estaba puesta en algún detalle, era en cuantos goles le iba a marcar la dupla Ronaldinho-Eto’o al confundido último bloque del Real Madrid. Para que andar con mentiras. Estaban esperando una boleta y en los primeros minutos (incluido el saqueo permanente del referí) se sobaban las manos.
Pero basto un par de segundos para que la regla más antigua se confirmara (la misma que los entrenadores y comentaristas odia e ignoran por su absurdo principio de comunidad). Por más buen equipo que tengas, basta una individualidad de tu rival, una que sea superior a ti y simplemente debes conformarte con la derrota.
El Real Madrid salió al Nou Camp tal vez por única vez en el año jugando de chico a grande. Y se les notó. Desde el principio Zidane quiso ser figura y empujar a su equipo. Pero como Barcelona no le prestaba el balón el equipo "Galáctico" se vio sobrepasado futbolísticamente, más el apremio ilegítimo que el árbitro con afanes de héroe intentó imponerles.
Todo estaba en contra. Los bailaban, los pasaban por encima y todavía estaban con uno menos sin haber pasado la mitad de la cancha. Mesa servida entonces para que desde los recovecos más escondidos de lo impensado apareciera Ronaldo. Ni transpiró pues esa jugada la patentó hace varios años y hacerla es como lavarse los dientes. Balón dividido y en menos de cinco metros de carrera le sacó tres a sus marcadores, con tanta potencia que Tiago Mota se desgarró de sólo querer igualarlo en la acelerada. Uno como yo, que lleva sus años viendo fútbol vio el pase de Baptista, la carrera de Ronaldo y sabía que el gol estaba asegurado.
Tanto jogo bonito, tanta opción perdida, tanta dominio local, tanta gracia de Ronaldinho e intento de Eto’o por emular a su compañero carioca. Nada. Ronaldo se mandó un sólo pique en el partido y les dio clase de como definir con jerarquía a pesar de la enorme velocidad de la jugada. Fue la más dulce venganza, el tapaboca perfecto. Que estaba gordo, que los hinchas no lo querían, que al mundial iba a ir a dar la hora. Agárrense, porque el fenómeno está de vuelta. Si no me creen, pregúntenle al Barcelona.