Hasta en el fútbol molestan

Por Satelito

A todos por igual nos ha tocado el detestable trámite de pararse como polluelo enjaulado en algún cantón de reclutamiento, papeles en mano y cruzando los dedos para no caer en semejante pérdida de tiempo. Al menos para mí lo es. Una odiosa costumbre que sólo nos acerca a una milicia que, en mi caso es la materialización de lo absurdo en sociedades de elevado discernimiento ideológico como, la que creo, estamos construyendo en Chile.
Es cierto, para algunos significa la salvación a un destino complejo y nuboso. Pero vasta ver el ejemplo de Antuco para delimitar que este afán reclutador es a todas luces peligroso y descuidado. En fin, acá hablamos de fútbol. Pero la situación no escapa a "la pelotita".
Si en Chile hasta hace poco había una cierta obligatoriedad patente con el tema, imagínense en países de cercana actividad militar. Incluso en la evolucionada Europa. Es el caso de Serbia y Montenegro, nación que hasta hace pocos años vivió una división político-armada que movió los mapas geográficos y formales del viejo continente.
Este país, por contrapartida, cuenta con una de las selecciones clasificadas al Mundial de Alemania a disputarse este año. Integran el grupo C denominado " de la muerte" junto a poderosos rivales como Argentina, Holanda y Costa de Marfil. Y para hacer frente a tanta tradición futbolera esperan contar con una de sus estrellas. El delantero de Atlético de Madrid, Mateja Kezman.
Pero sucede que ex goleador de Chelsea, PSV y Partizan debe enfrentar una solicitud que, a todas luces aparece descontextualizada. Sucede que el jugador de 27 años es requerido por el ejército para realizar el servicio militar pues se encuentra, según la ley, en la edad tope para cumplir con su obligación ciudadana.
El tema no pasó inadvertido y el mismísimo ministro de Educación y Deporte del gobierno serbio, Slobodan Vuskanovic decidió intervenir solicitando a las autoridades de su país que modifiquen la moción, no sólo dejando absuelto de obligatoriedad a Kezman sino que además, se adecuen al resquicio legal que la misma ley contempla y extiende el plazo a los 35 años para los deportistas de alta competencia que triunfan fuera de sus fronteras.
¿No es una estupidez? Pregúntese usted, que adora, ambiciona o hasta añora sus años de revuelco por el barro con un fusil en el brazo y un bocón con uniforme plagado de medallas resplandecientes llenándolo de insultos. ¿Qué es mejor? ¿Representar a la patria mediante el arte de la guerra o jugándose la vida dentro de una cancha de fútbol?