Está el tablero, faltan las piezas

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N.)

Siempre es bueno ganar, más de visita. Partamos de esa premisa porque es una costumbre que no asumimos. Me gustó Chile y disfruté pasajes del partido, sobretodo por una condición que se agradece: la voluntad de ir adelante y de apelar -o tratar de hacerlo- a lo que deben ser nuesras raíces futboleras. El juego asociado. Fue un buen examen. Mejorable en todo sentido.

Acá quedaron varias aristas que analizar. La primera tiene acicate en la motivación de este nuevo proceso en miras de la Copa América, el que partió con luz en Europa y se enredó tras la derrota ante Colombia. El grupo se hace fuerte saliendo ganador de aquellos duelos "en serio".

Opiniones hay tantas que diferir se hace constante. A mi no me gusta la línea de tres porque requiere de una disciplina táctica que el futbolista chileno no tiene. No se va a aprender jugando un día con cuatro y al otro día con líbero y stopper. Requiere de consecuencia. Allí falló Chile y en los primeros minutos, entre Sánchez y Guerrero desnudaron la falencia por el ala izquierda de la zaga. A ratos, Ponce no asumía el control del "último hombre" y tanto Vargas como Contreras tendieron a centralizarse dejando las bandas libres. Es un detalle que corregir. Con rivales como Brasil o Argentina se paga tributo al poco fiato de las piezas defensivas.

Cambió la selección con Jorge Valdivia a la que en Viña trabajó bajo la batuta de Matías Fernández. Si bien ambas ganaron, la de Tacna pareció mas prolija, más recostada a jugar por el camino asociado. Fundamental resulta la presencia del "Mago" en el armazón poque tiene mayor movilidad que el destellante jugador colocolino del momento. Aguantó más balones, propició los espacios para desordenar la marca impuesta por Perú y aprovechó más a sus asistentes externos. Como resultado, brilló mas Luis Figueroa y Eros Pérez tuvo llegada, aunque más efectiva que efectiva.

De los delanteros no hay mucho que decir. Navia es de área y en una que tuvo propició la ventaja. Pinilla fue figura porque se echó atrás, sacó de su posición a la última línea adversaria y dejó los flancos libres para la entrada de nuestros laterales. Ambos están en deuda pero la idea de centralizarse uno y abrirse el otro está cuajando.

Si miramos lo de hoy podemos sacar lecciones. Una es que con Maldonado en el medio, con Sanhueza por Acuña, con Mark González por izquierda se puede asumir este esquema de 3-5-2 trabajándolo seguido. Si se opta por el otro dibujo, perfectamente pueden jugar Valdivia y Fernández en el armado ofensivo. El primero hace bien la función de director de orquesta. El segundo es desequilibrante. Con Suazo alternando con Navia hay compañero para "Pinigol". O sea, material tenemos. Hay que poner las piezas en el tablero.

Sólo detalles. Si jugamos para adelante a ratos y se pudo, hay que agregar algunos elementos básicos que pueden servir y siguen penando como clásicas fañencias del fútbol chileno. Dos ejemplos. Cada vez que hay un saque lateral se tiende a buscar un compañero que está un par de metros más atrás. Una herramienta desaprovechada que se debe pulir.

La otra, cuando el zaguero corta el juego adversario y sale jugando pareciera que los demás se quedan para cubrirlo. Se congelan. Con ello, las opciones son meter un pelotazo o tirar una pared para encabezar la patriada aparecen en el horizonte como lo único a qué echar mano. Allí hay que fabricar opciones de pase. No dejar que el compañero se juegue la personal como si pedirle el balón fuese una afrenta a su esfuerzo. Otro vicio corregible. Siempre se puede mejorar lo que por años se hizo mal.