Más respeto con "los caciques"
Por Futbolero Mayor
Que los extranjeros arrasaron y hasta le cortaron la cabeza a los mapuches durante la época de la colonización es una verdad cierta. Y de alguna manera es el precio que la modernidad asume como pagado. Horrible visión, dirán ustedes. Pero lamentablemente ya está asumida y forma parte de nuestra idiosincrasia.
El mismo discernimiento podríamos aplicar al caso de Miguel Ramírez, el último cacique colocolino que anunció su retiro del fútbol. Todo, tras la inútil espera de ese anunciado "telefonazo" dónde Claudio Borghi anunciaría su interés por enrolarlo en el remozado plantel de los "Bichilácticos". Que iluso dirá alguien pero antes de cualquier conclusión hay que sentar algo como base de discusión. Esta no es la manera en que el último campeón de la Libertadores que permanecía activo debió terminar su carrera futbolística.
Puede que sea la historia repetida. Ni Pato Yáñez, Coca Mendoza, Javier Margas, Rubén Martínez, Espinoza o el mismísimo Lizardo Antonio Garrido tuvieron su merecido homenaje al final de su andar por las canchas. Ni las gracias con un galvano obtuvieron. Menos se podría pensar en un partido de despedida a estadio lleno.
Parece que eso de que nadie es profeta en su tierra aún se mantiene vigente. No hay reconocimiento y el dictamen pragmático de renovar todo lo desechable de manera apurada atenta contra la tradición. Ambos extremos son claramente malos. Quedarse pegado es tan execrable como olvidarse del pasado esplendor. Porque no se nos puede olvidar. Colo Colo ‘91 es el único campeón chileno de un torneo internacional de fuste. Para ser más claro, es la única vez que el mediocre fútbol chileno ganó alguna cosa.
Ya no tenemos esa opción. Ningún equipo nacional encara alguna justa de renombre con el cartel de favorito. Entonces, cada elemento de ese conjunto debió tener su lugar en la reinvención del cuadro albo. Pero a "Cheito" lo condenaron siempre, repetidamente a lo largo de los años. Primero, cuando tras su partida a México fue la Católica quien lo repatrió. Luego, cuando como capitán experimentado y referente fue quien tomó la bandera de la decencia en un plantel claramente molesto, todo por el manejo mercantilista e inhumano de Blanco y Negro S.A con Ricardo Dabrowsky y su cargo de entrenador.
Si bien hoy los dardos del zaguero apuntan a Borghi, manifiestamente tienen como destinatario a la gerenciada administración el elenco popular. Porque no tuvieron contemplación para echarlo sin proyectar su permanencia dentro de la institución en el tiempo. No lo consideraron para futuros proyectos de desarrollo deportivo en divisiones inferiores o incluso en cargos de dirección y planificación técnica del primer equipo. Ramírez es un tipo con buena formación académica, con herramientas de lenguaje para enfrentar las crisis pero luce una cualidad que en Chile se toma como defecto: la frontalidad. La misma que lo sacó de Colo Colo por cuestionar los manejos dirigenciales. No vengan a mentir con que "Cheito" ya no estaba para vestir la camiseta alba. Menos si lo comparan con Ayala, González, Riffo o Mena.
Parecen injustos y tardíos los reclamos del ex campeón de América con cara de niño y fiereza de experimentado. Alguien podría sostener ello con toda razón. Justo ahora, en que Borghi lograba estabilizar la estantería tras la lluvia de críticas por el comienzo oscilante aparece desde otro frente un nuevo ataque contra la banca alba. Tendría cierto grado de verdad pues, en rigor, el argentino no tiene por qué enrolar en su plantel a jugadores que no quiere dirigir. Eso es una cosa. Pero la salida de Ramírez de Colo Colo ni siquiera tiene algo emparentado o común. Simplemente, esa historia merecía otro final.
Que los extranjeros arrasaron y hasta le cortaron la cabeza a los mapuches durante la época de la colonización es una verdad cierta. Y de alguna manera es el precio que la modernidad asume como pagado. Horrible visión, dirán ustedes. Pero lamentablemente ya está asumida y forma parte de nuestra idiosincrasia.
El mismo discernimiento podríamos aplicar al caso de Miguel Ramírez, el último cacique colocolino que anunció su retiro del fútbol. Todo, tras la inútil espera de ese anunciado "telefonazo" dónde Claudio Borghi anunciaría su interés por enrolarlo en el remozado plantel de los "Bichilácticos". Que iluso dirá alguien pero antes de cualquier conclusión hay que sentar algo como base de discusión. Esta no es la manera en que el último campeón de la Libertadores que permanecía activo debió terminar su carrera futbolística.
Puede que sea la historia repetida. Ni Pato Yáñez, Coca Mendoza, Javier Margas, Rubén Martínez, Espinoza o el mismísimo Lizardo Antonio Garrido tuvieron su merecido homenaje al final de su andar por las canchas. Ni las gracias con un galvano obtuvieron. Menos se podría pensar en un partido de despedida a estadio lleno.
Parece que eso de que nadie es profeta en su tierra aún se mantiene vigente. No hay reconocimiento y el dictamen pragmático de renovar todo lo desechable de manera apurada atenta contra la tradición. Ambos extremos son claramente malos. Quedarse pegado es tan execrable como olvidarse del pasado esplendor. Porque no se nos puede olvidar. Colo Colo ‘91 es el único campeón chileno de un torneo internacional de fuste. Para ser más claro, es la única vez que el mediocre fútbol chileno ganó alguna cosa.
Ya no tenemos esa opción. Ningún equipo nacional encara alguna justa de renombre con el cartel de favorito. Entonces, cada elemento de ese conjunto debió tener su lugar en la reinvención del cuadro albo. Pero a "Cheito" lo condenaron siempre, repetidamente a lo largo de los años. Primero, cuando tras su partida a México fue la Católica quien lo repatrió. Luego, cuando como capitán experimentado y referente fue quien tomó la bandera de la decencia en un plantel claramente molesto, todo por el manejo mercantilista e inhumano de Blanco y Negro S.A con Ricardo Dabrowsky y su cargo de entrenador.
Si bien hoy los dardos del zaguero apuntan a Borghi, manifiestamente tienen como destinatario a la gerenciada administración el elenco popular. Porque no tuvieron contemplación para echarlo sin proyectar su permanencia dentro de la institución en el tiempo. No lo consideraron para futuros proyectos de desarrollo deportivo en divisiones inferiores o incluso en cargos de dirección y planificación técnica del primer equipo. Ramírez es un tipo con buena formación académica, con herramientas de lenguaje para enfrentar las crisis pero luce una cualidad que en Chile se toma como defecto: la frontalidad. La misma que lo sacó de Colo Colo por cuestionar los manejos dirigenciales. No vengan a mentir con que "Cheito" ya no estaba para vestir la camiseta alba. Menos si lo comparan con Ayala, González, Riffo o Mena.
Parecen injustos y tardíos los reclamos del ex campeón de América con cara de niño y fiereza de experimentado. Alguien podría sostener ello con toda razón. Justo ahora, en que Borghi lograba estabilizar la estantería tras la lluvia de críticas por el comienzo oscilante aparece desde otro frente un nuevo ataque contra la banca alba. Tendría cierto grado de verdad pues, en rigor, el argentino no tiene por qué enrolar en su plantel a jugadores que no quiere dirigir. Eso es una cosa. Pero la salida de Ramírez de Colo Colo ni siquiera tiene algo emparentado o común. Simplemente, esa historia merecía otro final.
12 Comments:
Por qué ustedes insisten en que lo único que se ha ganado en Chile es la Libertadores del 91. Son colocolinos acaso.
Se les olvida la medalla de Sydney y los terceros lugares en japón 93 y en el adulto del 62.
Yo creo que Ramírez tiene mucho aún para entregar en la cancha. Debiesen llevarlo a la católica, donde lo tratatron con verdadero respeto.
Felicitaciones Tata por tu regreso. Hacía falta tu visión menos condecendiente.
Welcome Tata. Que no sea tan seguido.
No es que yo sea colocolino. Lo que pasa, amigo lector, es que como usted mismo lo apunta en su comentario, todos los otros triunfos que nombra son terceros lugares.
Permítame decirle que los terceros no son precisamente los que ganan. La del '91 es la única vez que se llegó al triunfo. No hay dos opiniones al respecto. Es cosa de ver las estadísticas no más. Esas que nunca mienten.
Lo de Rubén Martinez me parece increible. Fue trigoleador del futbol chileno con el Colo y fue el héroe que eliminó a Boca, el único rival fuerte que tuvieron en el 91. Y ni siquiera le dieron las gracias. Buen comentario. Los felicito por el blog
Rolo N.
Es cierto, ni al Chano garrido se le dio una despedida en cancha. Por lo menos lo dejaron trabajando. Pero lo que hicieron con el Cheo es igual a lo que le pasó a Mirko y tantos otros. Una falta de respeto.
OJALÁ QUE COLO COLO RECONOZCA A SUS PROCERES, A CASZLEY YA NO LO PEZCAN PESE A TODO LO QUE LO QUIERE EL PUEBLO COLOCOLINO
Debiese haber una política al interior del club para que la parte directiva intentase no involucrarse con la deportiva. Que saben los gerentes de fútbol. Que saben los entrenadores de administración de negocios. Pastelero a tus pasteles no más.
Entre Ayala y el Cheito ramirez Colo Colo habría sido un pasadizo. Menos mal que lo echron. Borghi por algo no lo quería. Si tenía casi la edad de él
Entre Ayala y el Cheito ramirez Colo Colo habría sido un pasadizo. Menos mal que lo echron. Borghi por algo no lo quería. Si tenía casi la edad de él
Grande Cheito. El último gran zaguero del fútbol chileno. Que Margas si era tronco, que Ronald Fuentes si no marcaba, que Pablo Contreras si es bueno pa'l copete. Cheito es el último cacique, sin lugar a dudas
Cheito es el vivo ejemplo del jugador que nunca maduró y que de golpe y porrazo pasó a ser viejo. cachai que en Chile no hay un punto medio. De promesa todos pasan a estar acabados.
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