Nada dicho

Por Satelito (J. Cristóbal Araneda)

Pudieron quedar tan definidas como inciertas es su suerte hoy. Ya se jugaron las semifinales del que dicen, es el mejor torneo de clubes del mundo, el más competitivo. En ambas, el resultado en igualdad entrega favoritismo para los choques de vuelta, aunque el trámite futbolístico dicte que en este tipo de circunstancias nada se puede dar por cerrado.

El evidente dominio inglés, por segundo año consecutivo a esta altura de la Champions League (tres de los cuatro semifinalistas) esta sentando un nuevo precedente, son estos los equipos que definitivamente mejor se preparan para dicho torneo. Sin embargo, el año pasado, el único no británico, el Milan, se alzó con el título. Esta vez, el turno le corresponde al Barcelona de España, justo en su peor momento deportivo desde la llegada de Frank Rijkaard a la banca blaugrana.

Una crisis que tiene a sus otroras máximas figuras de antaño, los mismos que le llevaron a ganar La Orejona en el 2006 en un evidente devenir que los tiene más afuera que dentro del club (como en el caso de Ronaldinho o Thuram), con sus máximas figuras arrastrando lesiones delicadas que les impiden jugar a su mejor nivel (como Deco, Messi. Yaya Touré o Henry) y un entrenador que definitivamente no tiene el control sobre el grupo que tenía hace dos años.
Aún así, el Barca hoy estuvo a punto de derribar al favorito para alzar la copa, el Manchester United en su cancha del Nou Camp. Lo tuvo a merced por más que Cristiano Ronaldo, el mejor jugador del torneo para muchos, se haya perdido un penal a principios del encuentro. Lo difícil es ahora intentar doblegar, como no se pudo hoy, a un equipo demasiado solvente, que como local se hace casi inadmisible en el resultado. Old Trafford será testigo del que, al menos en las apuestas, será el semifinalista que cargue con favoritismo para gritar "campeón" en la final a jugarse en mayo.
Por la otra llave, uno que tiene muchas semifinales en los últimos cinco años, el Liverpool se farreó una posibilidad única de quedarse con medio boleto en el bolsillo a la cita del próximo mes. Jugando de local en el recinto Stanford ganaba cómodamente por uno a cero al enconado Chelsea, una constante pues el año pasado también lo dejó en el camino.
Así como Risse, el defensa que se devora la zona de marca fue fundamental con un gol para levar a su equipo a la final, esta vez cometió un error infantil encima de los descuentos tras despejar mal un centro al área y anotó una autogol que podría sentenciar su suerte. El gol de visita martca una diferencia que incluso le permite a Los Reeds jugar con la eventualidad del cero a cero.

Si algo podemos reconocerle a estos cuatro equipos es que pese a su maracdo estilo de fútbol europeo pragmático, frontal, periférico en el agrupamiento defensivo-ofensivo y verticalizado a la hora de levantar centros cuando se cierran las zagas.
Por lo mismo, aunque Chelsea y Manchester jueguen con cierta ventaja para clasificar así a una final inédita, los dos rivales de turno poseen un "gancho" que no es menor de considerar. Ambos tienen una final en las últimas dos versiones, conocen y ya se enfrentaron a estos equipos de visita y lo que es más plus para esperar partidos a muerte, es que tato Liverpool como Barcelona, con sus respectivos desgastes de plantel o lo que sea, son equipos que mantienen sus grupos de jugadores desde hace años. El camarín está plagado de experiencias, algo que no se puede ignorar.
Si miramos la historia reciente de la Uefa Champions League, veremos que las camisetas y los nombres se repiten en el momento de las finales.

Eso no es un detalle para ignorar. Es más, puede ser el item que incline la balanza hacia uno u otro lado la próxima semana, cuando en Londres y Manchester respectivamente, los ingleses sepan si este año nuevamente se quedan con dos de sus elencos fuera de la definición o si rompen la mufa y, como dicta la lógica, se asegura que La Orejona descanse este años en los suelos de la Reina Isabel.