sábado, enero 05, 2008

Al Gran Julio Martínez

Por Satelito (J.C. Araneda)

Este es un estracto de lo publicado en la página de El Clarín por nuestro compañero y por hoy, en stand by colaborador Ricardo Pinto N.
Lo transcribo con el respeto que dicha desaparecida figura significa para quienes hacemos este sitio dedicado al fútbol.



Dicen que el sueño del hombre es irse de esta vida en paz, descansando pleno, en su lecho construido a pulso, junto a los suyos, en celebración, sin ostentar, con la tarea cumplida y sobretodo, con el convencimiento personal de haber obrado bien, sin enemigos, ni críticos.

Que los que queden no tengan más que una palabra de agradecimiento y un concepto similar al de “fue buena persona”. Parece simple, pero pocos lo logran. Quizás sin saberlo, Julio Martínez Prádanos acertó en que su mítica frase “justicia divina” se quedaría con él hasta el momento de su partida. No es casualidad. Hay también un sello de esa justicia celestial en sus últimos días de tranquilidad y conformidad con sus seres más cercanos. No podía ser de otra manera…

Cualquiera que se sienta apasionado y privilegiado de llevar, como yo, el título de periodista a cuesta, sabe que JM tiene un efecto invaluable en la impronta que con los años, te llevó a abrazar el oficio de la comunicación. Más que Oriana Falacci, Ernest Hemingway o cualquiera de esos “personajes de manual” que tus enconados profesores trataron de instituir como grandes precursores de la profesión más libre y potencial del mundo. Nosotros somos tercermundistas, a mucha honra. No nos vendan modelos de otros paralelos inalcanzables. Acá hay cultura de sobra, personajes por doquier, no necesitamos moldes pues tenemos los propios y suficientemente válidos.

En Chile deberían dejar de aplicar tanta técnica bibliográfica a partir de hoy en las facultades, buscar la manera que todas las nuevas generaciones de tan querida, vilipendiada y hoy confrontacional actividad aprendan de Julio Martinez y su oratoria, de sus clases dominicales en televisión abierta, esas sin arancel, ni matricula, ni más aula que una vuelta por el bloque deportivo en el noticiario de Canal 13, de cómo decir mucho más que el resto en los mismos minutos o líneas de texto, sin denostar, sin subjetivizar, sin importunar.

Justo ahora, que sobran los comentaristas deportivos peleándose un lugar de privilegio, el rating descarnado y buscando -en la imitación del modelo global- la manera de quedarse con la audiencia es cuando aflora el sentimiento más íntimo. Y todos nos acordamos del mismo que hasta hace unos años atrás, muchos consideraron como obsoleto, inadecuado o pasado de moda para la pantalla moderna. Cómo si alguien pudiese probar que “el nuevo periodismo” tiene más asidero, más decencia e incluso más reseña en la gente que lo que hicieron nuestros maestros de antaño. Cómo si alguien estuviese hoy en condiciones de convencerme que la comunicación persuasiva puede más que la pluma galana y sempiterna.

Más allá de sus discursos emotivos, de su estampa inolvidable, de su mensaje esperanzador y decente, a Julio Martínez se le extrañará porque era un oasis en un desierto de pirañas. Con él, se va el último y más importante bastión del periodismo chileno idealista, original y auténtico por excelencia. Todo lo que queda tiene sabor y olor a artificio, a moda reluciente y plagiada, a papel couché, a libreto memorizado, a plática arribista, a diatriba selectiva.

Se nos fue El Gran Disertador, el mismo que con su simpleza y enorme cultura de calle y sentido común fue capaz, hasta el último de sus días al aire, de ganarle transversalidad pública a la emancipación de los medios, al reinado del cable, a la homogenización de contenidos, a la pérdida de la nobleza vocacional más inherente en desmedro de los números, al golpe de mesa y tono desafiante por sobre el verbo exquisito y adecuado, a la imagen por sobre el don de la palabra. Les dio paliza.

Julio Martínez nos permitió aprender que el periodismo es oficio y arte que siempre se expande y nunca se acota. Que está en constante evolución pero nunca se enarbola ante su origen. Que en la simpleza sigue estando el verdadero acicate y poder de de nuestra actividad. En comulgar con los que leen, ven o escuchan, en ser fiel a un estilo y no venderlo a experiencias foráneas, en obedecer a un sello basado en la cultura total por sobre el dato específico y empírico, en visualizar lo simple y aprovechar la única arma que por mandato podemos usar en nuestro beneficio: el buen lenguaje.

Por eso, por su escuela, su legado y tanta nobleza, muchas gracias maestro. Quienes aún creemos en el sueño llamado “comunicación” sabemos que vuestro lugar en nuestra génesis formativa está por sobre los libros, por encima de las modas pasajeras, más arriba de lo que enseñan en cátedras o bibliotecas. Es una herencia invaluable, inagotable. En nosotros está expandirla y mantenerla. Usted ya nos enseñó el camino

8 Comments:

At enero 05, 2008, Blogger Beto_Torres said...

Capaz que el mister se te enoje por andarle copiando sus columnas, jeje

 
At enero 06, 2008, Blogger Waldo_Pedro_R said...

Notable y merecido. Este viejito era un zorro, se las sabía por libro.

 
At enero 06, 2008, Blogger Waldo_Pedro_R said...

Oye, y quien chucha es la Oriana Falacci?? juajuajua

 
At enero 07, 2008, Anonymous Anónimo said...

Yo creo que muchos periodistas les debemos a JM el abrazar esta carrera.
El viejo era un crack tuve la suerte de conocerlo y fue una de las pocas veces en que reconocí mi admiración y corrí para pedirle una foto. Lo echaré de menos.

PD: La Fallaci es una vieja que escribió un libro decente de entrevistas ("Entrevistas con la Historia") y después se volvió loca y xenofoba... estaba clarita.

 
At enero 08, 2008, Blogger MASTER YODA said...

Gran columna del socito Alfie, jaja. El Chasca anda robando material pa' llenar el blog, jajaja.
El Julito Martinez era único, piolita cuando todos metían ruido como tarro con piedras. Nadie lo saco de su lugar se fue solito.

 
At enero 08, 2008, Anonymous Anónimo said...

Se nos fue JM, ahora todos lo echan de menos, después de lo que lo pelaban por tener 20 años y seguir en la tele.

 
At enero 10, 2008, Blogger Elisa Montt said...

Se extrañará a don J.M...sin duda era único.
Buen escrito del negro....también se le echa demenos!

saludos.

 
At enero 13, 2008, Blogger Beto_Torres said...

Un tipazo Don Julio. No entiendo cómo hay gente que se molestan con que al estadio nacional lo bautizaran con su nombre. Siempre chaqueteando.

 

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