El mal de Colo Colo

Por El Fanatinche (Ricardo Pinto N.)

Tras el clásico con la "U" le adjudicaba a Colo Colo la etiqueta de "querer sin poder". Reclamaron mucho sus hinchas más asiduos al sitio. Parece que no estaba tan equivocado. El asunto ya perece una lamentable constante. Colo trata y trata. Y le sigue resultando infructuoso.
Esta noche había esperanza forzada, como que la sensación era la del "bueno, a ver si se da el milagro". La derrota en Ciudad de Méjico caló tan hondo en la hinchada que repercutió indiscutiblemente en el plantel. Hoy, en la revancha se palpitó un aire a descontrolada ansiedad que terminó pasándole la cuenta al afligido Cacique.
Nerviosismo, falta de trabajo, cansancio, impotencia, un equipo desjerarquizado con el tiempo, da lo mismo. Lo claro es que a Colo Colo le faltó concreción para dar vuelta una llave que se veía imposible y germinó un estado de incertidumbre tal que incidió en la ambigüedad frente al arco.
Como hace rato le viene pasando para su desgracia.
Lo malo del asunto es entender que este Colo Colo alcanzó su punto de inflexión. Que entre la final de la Sudamericana, el bicampeonato o el liderazgo total en el país y el continente tuvo su imborrable momento, ese que lo inscribió en la historia del club y regaló jugadores que más allá de "su momento" alimentaron la nueva hornada del fútbol chileno. Matías Fernández. Jorge Valdivia, Claudio Bravo, Humberto Suazo, Gonzalo Fierro, Arturo Sanhueza, Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Miguel Riffo. Nombres de selección que nutren los nuevos desafíos de la Selección Chilena. Ni hablar del aporte significativo de Borghi al insertar el ley motive del fútbol ofensivo, valiente, riesgoso pero interesante al paladar futbolero. No está en duda. Como nadie pone en entrevero que con los próximos traspasos este grupo termina de despotenciarse. Nada es para siempre. Menos una campaña de fútbol.

Aún así creo que esta noche vimos el fin de una era -al menos en lo internacional- que dio mucho que hablar. Y Colo murió luchando y en su afán de ir al frente. El mismo que le engendró su peor enemigo íntimo: El descuido de las líneas posteriores. Luchando arriba y desprotegido abajo fue eliminado de la Libertadores anterior y perdió la final de la Nissan Sudamericana cuando destapaba la champaña en casa. Así ganó ayer aunque propició espacio para un gol visitante que derrumbó cualquier atisbo de revancha. El matar o morir. No bastó con Alexis Sánchez y su incansable trajín. En un match como este, uno es siempre ninguno.
Todos titulan que el Popular tuvo chances para igualar la serie y se lo farreó. Lo mismo pudieron decir los aztecas la semana pasada tras su despilfarro de local para aumentar la goleada en la ida. En suma de ambos choques, América fue superior. Como en un tablero de ajedrez. Las piezas estaban distribuídas y fueron Las Aguilas quienes mostraron mejor estrategia, mayor precisión, más efectividad. Lo demás es buscar excusas, darse manija innecesaria.