Blanca Navidad
Por Futbolero Mayor (Hugo Merino N)
Ya van veinticinco. Colo Colo es el justo campeón del clausura y redondeó un año plagado de éxitos. ¿Dónde estuvo el detalle, la clave, el germen de este campañon albo? Si tengo que argumentar dos conceptos me inclinaría por la organización y la osadía. Ambos, figuras que se ven sólo en la retórica de nuestro fútbol que latamente esperamos que se instalen como conciencia global.
Una de las preguntas que más se escuchó de los reporteros radiales hacia los jugadores era si esta copa quitaba un poco la frustración de no haber cerrado con el título la Sudamericana.
Una de nuestras malas costumbres es buscar lo malo en vez de destacar lo poco bueno que se
consigue. Colo Colo demostró que perder una final de continente es un pelo de la cola entre tanta número positivo que se consiguió. Lo que pasa es que la institución de antes, la deportiva, la del pueblo dejó de ser tal en su esencia y se transformó en una empresa, lo que algunos de esos bichos raros que apoyamos el fútbol siempre defendíamos por sobre la pasión, la pujanza ciega, las ganas y todo lo parecido. El Cacique concretó este año un proyecto serio, cómo debe ser el fútbol global (entendiéndolo como una empresa que debe posicionarse en el mercado) y ratificó en resultados que la visión
mercantilista es la solución a la eterna disyuntiva de qué hacer para conseguir campeonatos y meter ruido en el ámbito internacional.
La final de hoy tuvo ribetes de emoción cuando Audax abrió la cuenta en el principio de la segunda etapa. Por lo que marcaba el reloj y la diferencia de dos goles restante, todos asumieron nuevamente la postura derrotista y contaminada de años. Apelaron a que era posible que tanto desgaste físico le pasara la cuenta al campeón del apertura.
Lo mismo que se cuestiona el medio en general porque Matías Fernández llegará sin vacaciones a España. Y resulta que Colo Colo salió a rematar la final con un marcador avasallador, con un fútbol absolutamente superior al de su rival y con la figura de su goleador, el mismo que llegó a la tienda alba para convertirse en once meses en el artillero histórico del fútbol chileno en una temporada, en el máximo anotador del mundo y a un sólo tanto de igualar el mayor record en el orbe. Algo de mérito hay en ello.
Creo que fue fundamental que este grupo de jugadores, algunos con
proyección y otros "picados"
entrar a un camarín y ver a un personaje bonachón, de
barrio como muchos de ellos, emocional, inteligente, sin mayores ínfulas y que con su sola presencia te marca la idea de que estás frente a un ex campeón del mundo. Es muy distinto que entrar al vestuario de un comentarista que no le ganó a nadie o de un longevo técnico con pizarras, ideas añejas,
lenguaje básico y psicología nula.
Claudio Borghi es el gran mentor del Colo Colo futbolístico e incluso organizacional. No olvidemos que este año hubo problemas para retenerlo, para organizarse, con la inscripción de jugadores. Fue en ese momento en que el Bichi supo dictar las coordenadas a una directiva señorial pero inexperta. En ese momento, el entrenador sacó a relucir su estampa de crack histórico. La misma que utilizó para generar nexo con la prensa (sin dejar que los patudos se salieran con la suya en sus clásicos momentos endiosados y de irrespeto) y pudo mantener a su plantel alejado de los flashes. Esa sapiencia supo cuando aconsejar a los más jóvenes para evitar el mareo mediático o incluso para ayudar a Suazo o Valdivia cuando estos cayeron en líos con la farándula.
La señal que dio Blanco y Negro S:A al mando de la pesada camiseta colocolina fue el claro ejemplo de lo que otras instituciones deben hacer para reverdecer laureles o alcanzar el pedestal de lujo que jamás ostentaron. Deben ordenarse, echar mano a dirigentes de cuello, corbata y universidad. Apelar al orden más que al fanatismo. A las ideas más que a los proyectos, a las apuestas más que a los conformismos. Ser los mejores porque este es un deporte donde hay que
ganar siempre, aunque sin volverse loco ni echando mano a lo turbio. Con inteligencia, con claridad y aprovechando el espíritu de equipo.
Creo que cuando las cosas se ejecutan seriamente las metas se consiguen solas y el destino te guarda enormes sorpresas que asoman como espaldarazos. El impresionante año de Matías Fernández es producto de sentirse amo y señor de ejecutar su arte. Se lo permite el entrenador, el cuerpo técnico completo, le pagan al día, tiene compañeros que lo cuidan y lo incentivan, está en un grupo donde no hay penurias económicas ni reveces directivos. Eso es caldo de cultivo de cracks, más allá de las condiciones innatas.
La navidad en este lado del mundo está lejos de la nieve. Sin embargo, el fútbol chileno tendrá una gran navidad alba, porque Colo Colo reivindicó el deporte popular de este país con tres finales en el año y a estadio lleno (si hubiera organización total, las vueltas olímpicas serían de los jugadores sin tanto rasca corriendo detrás de sus medallas y sus pilchas), con un espectáculo itinerante que tenía como denominador común el ganar y ganar hasta que la racha lo permita. Independiente de que el Cacique tuviera un bajón el próximo año, ese es el ejemplo a seguir. Que lo tomen los demás. Colo Colo, como siempre fue quien les dio la pauta.
Ya van veinticinco. Colo Colo es el justo campeón del clausura y redondeó un año plagado de éxitos. ¿Dónde estuvo el detalle, la clave, el germen de este campañon albo? Si tengo que argumentar dos conceptos me inclinaría por la organización y la osadía. Ambos, figuras que se ven sólo en la retórica de nuestro fútbol que latamente esperamos que se instalen como conciencia global.
Una de las preguntas que más se escuchó de los reporteros radiales hacia los jugadores era si esta copa quitaba un poco la frustración de no haber cerrado con el título la Sudamericana.
Una de nuestras malas costumbres es buscar lo malo en vez de destacar lo poco bueno que se
consigue. Colo Colo demostró que perder una final de continente es un pelo de la cola entre tanta número positivo que se consiguió. Lo que pasa es que la institución de antes, la deportiva, la del pueblo dejó de ser tal en su esencia y se transformó en una empresa, lo que algunos de esos bichos raros que apoyamos el fútbol siempre defendíamos por sobre la pasión, la pujanza ciega, las ganas y todo lo parecido. El Cacique concretó este año un proyecto serio, cómo debe ser el fútbol global (entendiéndolo como una empresa que debe posicionarse en el mercado) y ratificó en resultados que la visión
mercantilista es la solución a la eterna disyuntiva de qué hacer para conseguir campeonatos y meter ruido en el ámbito internacional.
La final de hoy tuvo ribetes de emoción cuando Audax abrió la cuenta en el principio de la segunda etapa. Por lo que marcaba el reloj y la diferencia de dos goles restante, todos asumieron nuevamente la postura derrotista y contaminada de años. Apelaron a que era posible que tanto desgaste físico le pasara la cuenta al campeón del apertura.
Lo mismo que se cuestiona el medio en general porque Matías Fernández llegará sin vacaciones a España. Y resulta que Colo Colo salió a rematar la final con un marcador avasallador, con un fútbol absolutamente superior al de su rival y con la figura de su goleador, el mismo que llegó a la tienda alba para convertirse en once meses en el artillero histórico del fútbol chileno en una temporada, en el máximo anotador del mundo y a un sólo tanto de igualar el mayor record en el orbe. Algo de mérito hay en ello.
Creo que fue fundamental que este grupo de jugadores, algunos con
proyección y otros "picados"
entrar a un camarín y ver a un personaje bonachón, de
barrio como muchos de ellos, emocional, inteligente, sin mayores ínfulas y que con su sola presencia te marca la idea de que estás frente a un ex campeón del mundo. Es muy distinto que entrar al vestuario de un comentarista que no le ganó a nadie o de un longevo técnico con pizarras, ideas añejas,
lenguaje básico y psicología nula.
Claudio Borghi es el gran mentor del Colo Colo futbolístico e incluso organizacional. No olvidemos que este año hubo problemas para retenerlo, para organizarse, con la inscripción de jugadores. Fue en ese momento en que el Bichi supo dictar las coordenadas a una directiva señorial pero inexperta. En ese momento, el entrenador sacó a relucir su estampa de crack histórico. La misma que utilizó para generar nexo con la prensa (sin dejar que los patudos se salieran con la suya en sus clásicos momentos endiosados y de irrespeto) y pudo mantener a su plantel alejado de los flashes. Esa sapiencia supo cuando aconsejar a los más jóvenes para evitar el mareo mediático o incluso para ayudar a Suazo o Valdivia cuando estos cayeron en líos con la farándula.
La señal que dio Blanco y Negro S:A al mando de la pesada camiseta colocolina fue el claro ejemplo de lo que otras instituciones deben hacer para reverdecer laureles o alcanzar el pedestal de lujo que jamás ostentaron. Deben ordenarse, echar mano a dirigentes de cuello, corbata y universidad. Apelar al orden más que al fanatismo. A las ideas más que a los proyectos, a las apuestas más que a los conformismos. Ser los mejores porque este es un deporte donde hay que
ganar siempre, aunque sin volverse loco ni echando mano a lo turbio. Con inteligencia, con claridad y aprovechando el espíritu de equipo.
Creo que cuando las cosas se ejecutan seriamente las metas se consiguen solas y el destino te guarda enormes sorpresas que asoman como espaldarazos. El impresionante año de Matías Fernández es producto de sentirse amo y señor de ejecutar su arte. Se lo permite el entrenador, el cuerpo técnico completo, le pagan al día, tiene compañeros que lo cuidan y lo incentivan, está en un grupo donde no hay penurias económicas ni reveces directivos. Eso es caldo de cultivo de cracks, más allá de las condiciones innatas.
La navidad en este lado del mundo está lejos de la nieve. Sin embargo, el fútbol chileno tendrá una gran navidad alba, porque Colo Colo reivindicó el deporte popular de este país con tres finales en el año y a estadio lleno (si hubiera organización total, las vueltas olímpicas serían de los jugadores sin tanto rasca corriendo detrás de sus medallas y sus pilchas), con un espectáculo itinerante que tenía como denominador común el ganar y ganar hasta que la racha lo permita. Independiente de que el Cacique tuviera un bajón el próximo año, ese es el ejemplo a seguir. Que lo tomen los demás. Colo Colo, como siempre fue quien les dio la pauta.
7 Comments:
QUE FELIIDFAD WEON ME REGALARON DOS VINOS COLO COLO EN EL AMIGO SECRETO DE LA OFICINA Y YA TOY MEDIO MEDIOOO
PEOR ESPECTACULAR, QUE MOMENTOOO
Grande Pachuca.
cuando llegué a la parte en que decía que perder la final de la sudamericana era un pelo de la cola, paré de leer... barsa la wea.
Me gustó su idea de señalar que el Colo es el mejor del año. No vengan con cosas raras.
Igual, la Sudamericana les dolió pero fueron acá superiores a todo.
Felicidades, disfrute que el próximo año sin el síndico les volamos la r...
Feliz navidad a todos
Un gran equipo. Aunque sin Meléndez, González o Fernández habrá que pensar en repotenciarlo. Dicen que puede ser Giovanni. No es malo.
De las tres finales que jugó, fue la que menos sufrió. Felicidades y que las fiestas sean traiga tanta felicidad como la que le regaló su equipo este año.
De vuelta de vacaciones vuelvo a escribir. Llego el 3 de enero, si es que aún están al aire.
Mis saludos para todos.
Beto Torres
... usted lo dijo todo señor... que más puedo agregar... que Colo Colo fue el mejor... impuso un futbol que a los demas debe isnpirar... la mejor defensa es el ataque... cuando colo colo tuvo problemas en defensa, lo salvo su delantera, porque si al albo le marcaban 3, él marcaba 4, asi lo dijo Borghi, hay que marcar más que el rival...
Solo queiro terminar esto... diciendo que ya me tienen harto los que aun buscan agrandar la herida de la sudamericana, que siguen diciendo que Fernandez, no pudo cuando se le requirio...
saludos... y arriba cacique...
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