Ya está bueno

Por Satelito (J. C. Araneda)

Se juega. No... no se juega. Un absoluto gallito de poderes que terminó por colapsar. Es innegable que el fútbol argentino está en una crisis de convivencia pero las decisiones tampoco han sido muy felices que digamos.

Primero, y tal vez su mayor pecado, dejaron durante años funcionar, organizarse y nutrirse a esos grupos de barras bravas que ya son verdaderas marañas de delincuencia en un país donde pese a la cultura abundan los antisociales. Son los costos del desbande político-económico de años atrás.

Resulta que ahora, Argentina, el modelo a seguir según muchos ya ni tiene para jugar un partido en paz. Mucho de responsabilidad tienen los malos dirigentes de clubes. Sepa usted que en el otro lado de la cordillera, a diferencia del fútbol chileno el próximo año, los clubes siguen siendo de los hinchas y gobernados por dirigentes elegidos en asambleas populares de socios. Siguen siendo un producto de todos, incluídos los delincuentes. No hay diferencia porque no hay apropiación.

Ya les conté sobre las acciones que intentaba realizar el COPROSEDE, tenía buenas intenciones y tomó algunas medidas polémicas como el derecho de admisión de los clubes locales reemplazado abruptamente por la determinación de suspender el acceso a hinchas visitantes a todos los estadios. Un equívoco. Cincuenta personajes ensuciaban un espectáculo de fama mundial por años.

Como seguramente supieron, las "hinchadas" de Racing y San Lorenzo no dejaron salir a sus equipos de sus respectivas concentraciones y allí comenzó el caos. Los integrantes de FAA (Fútbolistas argentinos asociados) intentaron generar el blindaje. La fecha se suspendía. Y como los gremios son históricamente fuertes, muchos equipos estaban convencidos y la idea era solidarizar.

Acá se demostró que Julio Grondona tiene años en la FIFA y que por lo mismo es un tipo que conoce de medidas arbitrarias, esas que al final pasan inadvertidas porque son realmente eficaces y extirpan los problemas. Con gran razón, el mandamás del balompié sentenció que quienes no se presentasen a jugar perdían los puntos con la excepción del clásico entre la Academia y El Ciclón. A regañadientes se siguió el ejemplo dado por otro especialistas en luchas de mafias futboleras, Juan Sebastián Verón. Fue él quien motivó a sus compañeros de Estudiantes a salir al campo de Newell's aún cuando ya se rumoreaba el paro y hace rato se ventilaba que este era un torneo turbio incluso en contra del propio equipo de La Plata.

Ahora todos critican a los barras pero durante años usufrutuaron de ellos y el aporte que hacían a los espectáculos. Lo cierto es que en Argentina vienen demostrando que así como están reinventándose socialmente, también deben recomponer su fiesta popular principal. Por el bien de la mayoría. Los barra brava son perfectamente identificables y no es difícil eliminarlos. Hasta ahora les había faltado voluntad. Puede ser que en este verdadero Mea Culpa general y desatado se saquen conclusiones definitivas. Es el momento. Ya esta bueno.