No estás sólo Frank

Por Futbolero Mayor (Hugo Merino N).

¿Se acuerda usted del caso soborno? Sí el mismo donde Franquito Lobos aparecía en escena cual manager de Al Capone moviendo oscuros contactos entre la mafia europea de las apuestas y algunos jugadores chilenos. Aquella bomba de tiempo dónde el longevo Acevedo, el retirado Juan Carlos Alegría y Frank Turbio tenían todas las miradas puestas encima.

Si me permite, los diez años de castigo que inhabilitan a esta eterna promesa que brillara en Japón 1993 parecen sólo un nuevo ejemplo de tapar al enfermo con tierra. Si los devotos de Angel Botto decidieron que el ex volante albo tiene velas en este entierro sería bueno que la investigación comenzara a dar luces en tribunales y que se destape de una vez esta realidad que parecía increíble y en verdad ya no nos sorprende, menos cuando hay indicio de práctica frecuente e ignorada por el medio en general.

Acá hay dirigentes metidos hasta el cuello, acá hay representantes que conocen del ilícito, aunque no aparezcan sancionados. Lo más seguro es que la mala práctica (si se transparentara tal vez sería hasta aceptable en niveles positivos) de poner billetes en la mesa para ajustar resultados haya sido una costumbre amateur durante muchos años y practicada por quienes tenían cierta ingerencia en los resultados: jugadores, árbitros, entrenadores.

Esta es sólo la punta del iceberg. O tal vez puede que tengamos la suerte de haber detectado el arribo de la mafia europea justo en su momento. Pero que la idea de sacar ventajas a través de los juegos de apuestas es una novedad, hoy ya no me lo creo.

Por más que nos sorprenda que este fútbol mediocre, rasca, sin brillo ni categoría se ocupe para sacar plata mal habida, la sanción de la semana pasada contra este Lobos demuestra que nadie está libre del pecado de venderse. Ni siquiera los chilenitos. Y este Lobo vestido de Caperucita a la hora de defenderse en los medios es sólo uno de tantos que ven en la inocencia y desprolijidad del chileno, una posibilidad única para lucrar indecentemente.